PAUL MACCARTNEY

Paul McCartney, un icono del pop a la reconquista de nuestro territorio

La leyenda de Liverpool traerá su gira “Got back” a Madrid: serán dos conciertos en el WiZink Center, los próximos 9 y 10 de diciembre.

Por Juan Manuel Freire

Tras las pistas lanzadas por la promotora Live Nation, Paul McCartney confirmaba este lunes que traerá su gira “Got back” a España, a Madrid en concreto: serán dos conciertos en el WiZink Center, los próximos 9 y 10 de diciembre; fechas ya casi finales de una gira que acabará el día 19 con el segundo de dos conciertos en el O2 Arena de Londres. La última vez que se vio a McCartney en concierto en España fue en 2016, en el ya desaparecido Vicente Calderón. Aprovechamos el anuncio para hacer un repaso de su trayectoria.


Unos padres envidiables

McCartney empezó en la vida con buen pie, apoyado por dos padres de clase obrera que le transmitieron grandes valores. El padre, Jim, era representante de una empresa de algodón, mientras que la madre, Mary, ejercía como comadrona y fue quien acabó trayendo más dinero a casa. Falleció cuando Macca tenía solo catorce años, pero una década después seguía dando consejos a su hijo en los sueños de este último: “Let It Be” (“Déjalo estar”), le dijo una noche, y él hizo caso y de paso hizo una (otra) gran canción.

Para conocer al padre de Paul, el bueno de Jim, hay que pegar la oreja a “Put It There”, inspirada por una frase que el hombre solía decir cuando estrechaba la mano a alguien: “Ponlo ahí si pesa una tonelada”. Es decir, mejor dejar los problemas a un lado, o como mínimo, concentrarse menos en ellos que en las soluciones. Según recordaba nuestro homenajeado en la docuserie de Disney+ “McCartney 3, 2, 1”, Lennon no tuvo tanta suerte con su propio padre, que se fue de casa cuando John tenía tres años.



¿Te suenan The Beatles?

El autodidacta McCartney se unió en 1957 al grupo skiffle de Lennon, The Quarrymen, que acabaron evolucionando en un pequeño referente llamado The Beatles, con Ringo Starr como último añadido en 1962. Macca era presuntamente el bajista, pero tocó guitarras, teclados o batería en diversos temas. Compartía, además, labores como vocalista y compositor principal con su buen amigo Lennon.

Suele hablarse mucho de su intuición melódica (y tachársele de excesivamente sentimental), pero McCartney demostró también un gran talante experimental ya desde sus días en los Beatles, cuando se traía al estudio su pasión por los sonidos de vanguardia. Un buen ejemplo es un corte poco conocido de “Abbey Road” (1969), el tremendo “Maxwell’s Silver Hammer”, básicamente un solo de Macca con el por entonces nuevo sintetizador Moog. Ya en sus días al margen del grupo, compartiría el proyecto experimental The Fireman con el productor Youth.

Él explicó así su pasión por el juego sónico en “The Guardian” en 2008: “La clave es que nunca creo que lo que hago sea tan importante. Otra gente lo ha hecho, y cuanto más éxito acumulas, más arriesgado parece hacer algo diferente. Pero yo no lo veo así; lo veo como divertirse, he de pasarlo bien en el escenario o en un estudio”.


Los reivindicables Wings

McCartney estrenó los años setenta con “McCartney” (1970), divertimento irreverente en el que su esposa Linda fue su única colaboradora. Pero Macca no supo estar mucho tiempo trabajando a solas y en 1971 ya publicaba primer disco con Wings, el grupo formado con Linda y Denny Laine. En su repertorio, que sacudió estadios a base de bien, destacan hits como “My Love”, “Live And Let Die” –el tema de “Vive y deja morir”, octava película de la saga Bond–, “Band On The Run”, “Listen To What The Man Said”, “Silly Love Songs” o “Mull of Kintyre”.

Acaba de editarse, después de estar guardado durante décadas, “One Hand Clapping”, disco grabado por Wings en directo en Abbey Road en 1974, en principio para un rockumental que acabó quedándose inédito hasta 2010. Si queréis oír a McCartney pasándoselo bien en un estudio, este es el disco más apropiado.



De vuelta a los Beatles (o casi)

Los ochenta no pudieron empezar peor para los (ex) Beatles y sus fans: el 8 de diciembre de 1980, John Lennon era asesinado a las puertas del edificio Dakota de Nueva York. McCartney mantuvo su relevancia colaborando con ídolos del momento como Stevie Wonder y Michael Jackson, pero no fue hasta finales de década que entregó un disco capaz de convencer tanto a los críticos como a los fans: “Flowers in the dirt” (1989), con Elvis Costello como ayuda en la composición en casi la mitad de los temas y como parte del equipo de productores.

Durante los noventa probó suerte con la música clásica, que no era lo que le pedían los beatlemaníacos, pero sí el cuerpo. “Off the Ground” (1993) incluyó el hit “Hope of Deliverance”, pero no muchas más canciones pegadizas. Bastante más convenció “Flaming Pie” (1997), en el que, obviamente marcado por la preparación del recopilatorio “Anthology”, recuperó el mejor aliento melódico de Beatles, además de al propio Ringo y el productor George Martin.



Nostálgico y siempre actual

Jugando un poco entre extremos, Macca empezó el siglo con el collage sónico “Liverpool Sound Collage” (2000), al que siguió, no obstante, el raudamente grabado “Driving Rain” (2001), con más de un guiño a su nuevo amor Heather Mills. Ella misma sería inspiración de delicadas canciones de dos discos notables, “Chaos and Creation in the Backyard” (2005) y “Memory Almost Full” (2007), que devolvieron a Macca el éxito de ventas.

Siguió, claro, contradiciéndose gozosamente, mirando al pasado pero también a lo desconocido. “Kisses On The Bottom” (2012) era su homenaje a la música con la que creció de niño; estándares del cancionero clásico estadounidense abordados con cadencia jazzística. Pero un año después, en 2013, tenía la osadía de titular a su nuevo álbum “New” y cubrir sus canciones con sonidos pop del siglo XXI. “Egypt Station” (2018) y, sobre todo, “McCartney III” (2020) hablaron de un artista todavía capaz de divertirse con la música en su sexta década de actividad.



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