Kanye West

Kanye West: ¿el retorno del rey?

Ye lanza “Vultures”, su nuevo disco, en colaboración con Ty Dolla $ign, e insinúa dos conciertos en Madrid para agosto de 2024

Por Diego Rubio

Han sido unos meses moviditos para Kanye West. Pero después de muchos retrasos, pasos en falso y una campaña extraña cuanto menos protagonizada junto a su actual pareja, Bianca Censori; después de tesear una gira mundial de arenas que le vería aterrizar en España y después de varios cambios de portada de última hora, subidas y bajadas a plataformas, el sábado vio la la luz “Vultures 1”, el primer volumen de una trilogía entre West y Ty Dolla $ign a completar el 8 de marzo y el 5 de abril. Se suponía que esto iba a ser simplemente una noticia, un repaso del roll-out con el que los dos han caldeado el lanzamiento. Pero a veces es imposible obviarlo todo. Y en parte siento la necesidad de romper una lanza por él.

Ye siempre ha sido un provocador nato. Un agitador con unas formas un poco descolocadas, como le demostró a todo el mundo en 2009 cuando lió todo aquello con Taylor Swift en los VMA. La movida se quedó en anécdota al hilo de las turbulencias que acompañaron el final de la relación del rapero con Amber Rose y el enorme éxito de crítica y público que cosechó “My Beautiful Dark Twisted Fantasy”. Pero la publicación de “Famous” por parte de West en 2016 desató definitivamente una guerra abierta entre él y la tejana que nunca terminó de resolverse (vuelve a mencionarla en “Carnival”, aunque haya reconocido admiración por su epopeya de regrabación de masters) y en la que se involucró también Kim Kardashian, responsable de la imaginería ofidia que luego Swift se reapropió en “Reputation”.


Un beef que, de nuevo, quedó en nada con la llegada de Trump a la presidencia de EEUU y después con la pandemia. Desatado, consumido más y más por su megalomanía y un acusado narcisismo exhibicionista y definitivamente diagnosticado con una esquizofrenia y un trastorno bipolar deliberadamente no tratados (los antidepresivos y demás psicofármacos con receta anulaban su creatividad, como ha reconocido en varias ocasiones), Kanye entró en una delirante espiral de apoyos a la extrema derecha, hizo suyo el eslogan “make America great again”, cuestionó el Black Lives Matter, el Holocausto, dijo estar de acuerdo en algunos puntos con Hitler, se declaró antisemita…

En muchos casos no le faltó razón: ahora que volvemos a contemplar la crueldad de Israel con el pueblo palestino en la que es la guerra árabe-israelí más cruenta de todas, volvemos también a poner sobre la mesa lo permisivo que parece volverse el mundo cuando se trata de los grandes aliados del capitalismo. Los antidepresivos han supuesto una verdadera pandemia en EEUU y sus consecuencias se ven en la crisis del fentanilo. Se ha demostrado que el Black Lives Matters se instrumentalizó por parte de grandes industrias culturales, y Beyoncé merecía aquel premio, igual que no estaría mal que se dijeran más verdades en saraos como los Grammy: el otro día, precisamente ahí, muchos coincidían en haber reconocido el espíritu de West en las palabras de Jay Z: “Some of you are gonna go home tonight and feel like you’ve been robbed. Some of you may get robbed. Some of you don’t even belong in the category”, dijo, aludiendo al hecho de que su mujer, Beyoncé, no haya ganado nunca el premio al Mejor Álbum siendo la artista más premiada en la historia del galardón.

Más allá de opiniones de mierda, el mayor problema de Ye siempre fueron sus formas, pero también una industria que se empeñó en hacer sangre exponiendo los delirios privados de un enfermo, algo que se ha señalado peligrosamente poco y que habla muy mal de la perfidia de ciertos medios, que han amplificado siempre cada locura de West sin atender a su legado. Kanye empezó a copar titulares en medios que jamás se habían preocupado por su carrera artística, y se perseguían especialmente sus momentos más desconectados, sus declaraciones más bizarras. Exponer al monstruo. Tras su divorcio com Kim, desde el clan Kardashian se insistió en demonizarle, o al menos desde la maquinaria televisiva que manejan, pero el hecho es que Kanye comparte responsablemente con ella la custodia de sus cuatro hijos y no hay duda de que North West es una niña feliz que mantiene con sus dos padres una buena relación: en el nuevo disco de Ye brilla con un freestyle, aunque bromeemos sobre si será o no la líder de una revolución ultraliberal en un futuro distópico no muy lejano.


Podemos debatir muchas cosas, pero también habría que pensar en cómo los medios mismos estamos asistiendo al culebrón. Ahora que se cumplen 20 años del lanzamiento de su debut y con nuevo álbum bajo el brazo (el mejor de West desde “Kids See Ghosts”, además), podría estar a punto de anunciar dos conciertos en España, después de mucho tiempo de su paso por la barcelonesa sala Razzmatazz en 2006. El Kanye de 2024 es un West en busca de las costuras de la cancelación (sobre esto va en general el disco), con un plan diseñado para recuperar al menos cierto nivel de relevancia y repercusión desde la independencia y con gran parte del establishment en contra. Contra viento y marea. “Independence Day”, dejaba ver en sus stories el día del lanzamiento de “Vultures 1”… en “Burn” (una de las canciones del disco) dice en un verso: “I burned 8 billion to take off my chains”.

Si nos limitamos a valorar su legado, hoy es un buen día para recordar este viejo meme. Y, qué diablos, para rezar porque lo de los conciertos de Madrid sea verdad.

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