Taylor Swift

“The Tortured Poets Department”, nuevo disco de Taylor Swift

Si todavía no habéis tenido tiempo de escuchar al completo “The Tortured Poets Department”, el nuevo doble álbum de la artista estadounidense, aquí os lo resumimos

Por Juan Manuel Freire

Ha sido un gran fin de semana para los swifties: no había dieciséis nuevas canciones de su ídolo por digerir, sino hasta treinta y una, dada la condición de doble álbum secreto de “The Tortured Poets Department”. Desgranamos en cinco claves esta notable adición al subgénero del “disco de ruptura”.

Al final era doble

A las dos horas de salir el disco, llegaba la sorpresa: quince canciones adicionales que, añadidas a las dieciséis anunciadas, daban como resultado “The Tortured Poets Department: The Anthology”, doble álbum de un total de 122 minutos. “Había escrito muchísima poesía torturada en los dos últimos años y quería compartirla toda con vosotros”, se justificaba Swift en Instagram. Cabe preguntarse si no debería haber esperado un poco para lanzar el segundo volumen, que es algo más irregular que el primero y tiene aires de colección de descartes e hipotéticas caras-B. La idea, sea como sea, no es nueva en ella. Cuando publicó “Midnights” (2022), a las tres horas salió una edición especial con siete temas añadidos. Y no fue la última variante; se acabarían sumando otras dos versiones. Después del vaciado de disco duro de este fin de semana, ¿le quedará a Swift material para hacer lo mismo con “TTPD”?


Melancolía sintética

Sin riesgos, o por fidelidad a los suyos, Swift ha producido el disco con un par de colaboradores habituales: Jack Antonoff, que la ayudó a redirigir su sonido hacia el synthpop en “1989” (2014) y ha seguido trabajando en todos sus discos posteriores, y Aaron Dessner, de The National, su principal aliado en el díptico pop-folk formado por “Folklore” (2020) y “Evermore” (2020).

El primer volumen del nuevo álbum remite a la electrónica downtempo de “Midnights”, aunque se cuelan momentos uptempo del nivel de “My Boy Only Breaks His Favorite Toys” y “I Can Do It with a Broken Heart”, que en realidad tienen letras bastante de bajón. La cima, sea como sea, es una de las baladas, la que da título al disco, con mucho del icono synthpop de los ochenta The Blue Nile, citada más adelante literalmente en la preciosa “Guilty As Sin?”: “Ahogándome en The Blue Nile/ Me envió ‘The Downtown Lights’/ Hacía tiempo que no la oía”. En el segundo disco mandan sonoridades más acústicas, tempos más lentos, aunque algo como “So High School” podría haber estado en el animado “1989”.


Analizando relaciones

La citada “The Downtown Lights” era, casualmente, la canción que The 1975 sampleaban en “Love It If We Made It”, de modo que hay motivos para pensar que quien enviaba la canción a Taylor era su líder, Matty Healy, con quien Swift salió brevemente. Se cree que otros cortes giran en torno al músico británico, incluyendo el gran tema titular. Pero “TTPD” no es exactamente un disco de ruptura, sino de rupturas, en plural: en otras canciones se cuelan referencias a su historia con Joe Alwyn, el actor inglés de “Conversaciones entre amigos”, con el que estuvo saliendo seis años.

Quienes empiecen a sufrir por Travis Kelce, su actual novio, deben recordar que Taylor no se olvida de dedicarle algún tema. El ala cerrada de los Kansas City Chiefs debe haberse hecho una playlist a medida en la que solo suenan en bucle “The Alchemy”, cargada de referencias a fútbol americano, y esa ensoñadora “So High School” cargada de ilusión e inocencia. Por otro lado, según ha advertido ella misma en redes, este capítulo torturado de su vida, a la vez “sensacional y triste”, está “cerrado y tapiado”. Travis debe respirar tranquilo.


Las colaboraciones

Son escasas pero relevantes. En la canción inicial y primer single “Fortnight”, Post Malone da la razón a sus defensores aportando bellas partes melódicas. La canción aborda la historia de dos antiguos amantes (duraron dos semanas, incluso menos que los dos meses de Taylor y Matty) finalmente reunidos como vecinos. El otro tema con featuring es “Florida!!!”, dueto con una Florence Welch a la que Taylor cede más espacio que a Lana Del Rey en “Snow On The Beach”. De hecho, también por el sonido, esas grandes baterías tan ochentas, casi suena más a tema de Florence + The Machine que de Taylor Swift.

Otra invitada estrella es Stevie Nicks de Fleetwood Mac, en su caso como autora de un poema introductorio, “For T – and me…”, que puede leerse en el libreto del CD y el vinilo desplegable, y que está lleno de versos tan sencillos como resonantes: “Él estaba enamorado de ella/ O al menos eso creía ella/ Ella estaba abatida/ Quizá él también lo estaba/ Ninguno de los dos lo sabía”.


Estética en blanco y negro

Swift ha apostado decididamente por el blanco y negro en todo el aparato visual: portadas, fotografías de promo y también, claro, primer videoclip. Dirigido por ella misma y con el mismísimo Rodrigo Prieto, habitual del último Scorsese, como director de fotografía, se trata de una especie de revisión de “Pobres criaturas” con la apropiada colaboración de dos actores de “El club de los poetas muertos”: Ethan Hawke y Josh Charles, reunidos treinta y cinco años después.

Según ha contado la artista en redes sociales, “casi todo lo que sale en el vídeo es una metáfora o una referencia a una esquina u otra del álbum”. La pieza se desarrolla en una especie de hospital psiquiátrico, y en el disco abundan las alusiones a lugares así y a la salud mental en general. También hay una máquina de escribir de vieja escuela en el tema titular. Y quizá el perro negro sea una referencia a “The Black Dog”, aunque el título de dicho tema haga referencia a un posible bar, quizá uno de Londres, la ciudad de Healy y Alwyn, o sea. Son todo pistas, quizá falsas pistas, motivos para no dejar de elucubrar.


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