Rosalía y Björk estrenan ‘Oral’

¿Ha costado, eh? Era principios de octubre cuando, un poco como quien no quiere la cosa, Björk comentaba en sus redes sociales que tenía una nueva canción en camino, su primera colaboración con Rosalía. Claro, la reacción ante el titular era obvia, algo tal que así. El gesto cambiaba un poco cuando escuchaba uno el snippet con el que se acompañaba el anuncio, un extraño acapella de algo más de un minuto entre las dos, siempre armonizadas al unísono. Y más viendo la percha de todo, una iniciativa benéfica de la propia Björk para conseguir fondos para la defensa legal de los manifestantes del pueblo islandés de Seyðisfjörður, en contra de la cría local de salmón en piscifactoría. Y aún más al sufrir retraso tras retraso sin justificación aparente hasta alcanzar dos meses de delay.

Quedaba un poco la sensación de triple apaño: ayudo a la gente, hago ruido en plena gira de “Cornucopia” –ya se sabe, ese híbrido “escénico” entre “Utopia” y “Fossora”, sus dos últimos y naturalistas discos– y con la edición especial de “Fossora” recientemente anunciada –¿incluirá “Oral”?–, y cumplo un sueño, colaborar con Rosalía. Las dos se han profesado siempre admiración mutua –nada casual el disfraz de nuestra Rosi para la fiesta de Halloween de Kendall Jenner, imitando el icónico vestido de cisne que lució la islandesa en la gala de los Óscar de 2001 y en la portada de “Vespertine”–, y el poco control que pueda tener la islandesa sobre los ritmos urbanos caribeños en general y el reguetón en particular pasa evidentemente por Rosalía y por “Motomami”, como ha demostrado en casi todas las pinchadas que ha protagonizado desde su publicación –esto sucedió en un evento contra la caza furtiva de ballenas–.

De algún modo lo confirmó en una entrevista con la publicación eco “Guardian Seascapes” –hasta ahí, incluyendo entrevistas posteriores con medios de todo tipo y del nivel de “The Guardian” o “Vogue”, ha dado de sí el chicle desde el anuncio hasta su publicación hoy–: dio con la canción rebuscando entre maquetas antiguas y le sonó extraña y primitiva, con un beat tribal cercano al dancehall. “El dancehall es la madrina del reguetón. Cuando lo escuché pensé: Rosalía tiene un montón de reguetón en su último álbum. Y sé que está concienciada y que quiere actuar, así que creo que le emocionó la idea porque quería hacer algo bueno por el medio ambiente”.

También habla de llegar a nuevas audiencias y de representar el momento actual a través de una de las artistas que, según ella, mejor lo representan: “La mejor manera de reactivar la canción para una plataforma medioambiental en 2023 era traer un invitado que represente el momento”. “Oral” fue compuesta originalmente por Björk hace unos 20 años, en sus treinta y tantos, y era demasiado pop para el tono que la bruja de hielo y cromo –ahora también de los bosques y de los hongos– maneja habitualmente. “No soy una artista pop. Es un poco la razón por la que está canción no llegó a entrar nunca ni en “Homogenic” ni en “Vespertine”. No es uno de mis momentos más experimentales, era demasiado azucarada. Quizá lo más pop donde puedo llegar. Y por eso quería darle un buen propósito, destinarla a una buena causa”. “No es una canción activista”, añadió también. “No es una canción sobre peces. Es una canción de amor… aunque podrías escribir una buena canción punk sobre peces”.

Producida con la asistencia de Sega Bodega y de Noah Goldstein sobre un beat sumergido y pulsante y con Rosalía cantando en inglés, finalmente el tema se aleja del acapella y abraza una cierta vibra sinfónica que entronca inteligentemente con un ritmo de dembow roto. En el videoclip, dirigido por la española Carlota Guerrero –que ha colaborado con Solange, entre otras–, una versión algo androide de Björk y Rosalía se enfrenta a su particular sesión de entrenamiento en Matrix, batiéndose en diferentes artes marciales y tirando de katanas. Ya decides tú si la espera ha merecido la pena.

Escrito por Diego Rubio