María José Llergo: belleza y luz

El pasado 10 de febrero, María José Llergo deslumbraba en los 38 Premios Goya con una emocionante versión a tres voces del himno feminista “Se acabó”: ella, India Martínez y la Niña Pastori homenajeaban así a María Jiménez, tristemente fallecida a finales de 2023, en una especie de escenificación de las tres edades femeninas del flamenco pop, una genealogía en la que se reconoce el talento, el trabajo duro, la sensibilidad y la lucha contra unos estándares y una industria históricamente gobernados por los hombres. Pero no era la primera vez de la joven pozoalbense de 29 años en los Goya: en la edición de 2023 ya entregó el galardón a la Mejor Canción Original (justo con India Martínez, además); en la de 2022 fue ella la protagonista alzándose con el cabezón por “Te espera el mar”, un relato del drama de los refugiados que compuso para la película “Mediterráneo”, de Marcel Barrena.

Precisamente el Mediterráneo sirve para trenzar los hilos entre Llergo, Martínez y Pastori. Le han cantado a sus brisas, a sus tonos azules, a la luz y a los rumores. Se han dejado llevar por su magia. Cuando los Premios Max (el reconocimiento más importante de las Artes Escénicas de nuestro país) pusieron sus ojos en el Mediterráneo para su edición de 2020, celebrada en Málaga, fue María José Llergo la que interpretó su “Nana del Mediterráneo”. Pero el Mediterráneo le sirve a la de Córdoba para retratar las miserias e injusticias de Europa, para bucear en las crisis migratorias y para poner en contacto distintas culturas, para diluir todas las fronteras. Su discurso nunca ha sido superficial: para ella la belleza puede cambiar el mundo, y la luz la ponemos cada uno de nosotros. Algunos más que otros; ella aún más.

Todos estos temas aparecen en su último trabajo, el excelente “ULTRABELLEZA”. Un disco lleno de sabiduría, de conciencia de clase, de sublimaciones. Y trenzado con un discurso firme y convencido que se fundamenta en la empatía y en la seguridad del descubrimiento en el otro. Es esa entidad inmensa que a veces sentimos tan lejana y tenemos siempre tan cerca lo que da sentido al modo en que Llergo entiende la vida, su lugar en el mundo. Y por eso es también un trabajo que supone una exultante celebración de la diversidad en todas sus formas. La diversidad la embriaga, como le dijo a César Luquero en una excelente entrevista para Rockdelux. Y su estilo es tan la mezcla, tan un cóctel de especias misterioso y heterogéneo, que el camino que recorre entre subgraves de road rap y aires flamencos, entre orgánica y electrónica, entre la biología, la poética y la mística, entre trap, R&B y boleros de ida y vuelta, realmente sucede en el mismo abrazo.

Parte de esa diversidad se traduce en sus colaboradores: a la asistencia incalculable de Lost Twin, fiel escudero desde el principio y productor de “Sanación” (su primer disco, de 2020), se une también el trabajo de la pareja sentimental y artística formada por Zahara y Martí Perarnau (_juno), de Antonio Narváez (ilustre granadino y productor de Dellafuente) y del dúo que forman George Moore y Knox Brown (asistentes habituales de Stormzy). Entre todos y todas componen un espacio en el que lo bello se reconoce en el cruce, en el que el pasado sirve siempre al enriquecimiento del presente. No hay romanticismo en su revisión de la tradición, ni ningún escapismo de artista bohemia: María José Llergo vive en un presente activo, comprometida con el mundo y con los tiempos en los que le ha tocado vivir. Se atreve a ser luz en el mundo, a luchar con flores y su sonrisa como un personaje de “Final Fantasy”. A ser capaz de admirar sin recelo la belleza en lo ajeno. Y sabe que el conocimiento significa libertad, que la comunidad significa fuerza, que el amor significa dar. El que más da, más tiene. Matemáticas de Dios.