LADY GAGA

Lady Gaga regresa al pop moderno en “MAYHEM”

Con el recién lanzado “MAYHEM”, Stefani Germanotta entrega su primer disco de sonido canónicamente Gaga en casi cinco años. Exploramos el álbum en cinco claves

| Por Juan Manuel Freire

Con el recién lanzado “MAYHEM”, Stefani Germanotta entrega su primer disco de sonido canónicamente Gaga en casi cinco años. Es decir, regresan los estribillos épicos y los sintetizadores sucios, esta vez con Prince o Taylor Swift entre los claros ases de guía. Si todo sale bien, en la radio pondrán sus singles y no seguirán explotando “Bad Romance”. Exploramos la referencia en cinco apartados.

1. ¿El séptimo realmente?

Las primeras noticias de “MAYHEM” llegaron el pasado agosto, cuando Gaga se logueó en sus redes para presentar “Die With A Smile”, su power ballad con Bruno Mars, como una especie de tentempié hasta la llegada de algo mayor. “MIENTRAS ESPERÁIS HASTA LG7…”, escribió. Con “LG7” se refería, claro, a un séptimo álbum de Lady Gaga, aunque cabe preguntarse si realmente es el séptimo. Lo sería si aceptáramos contar la reedición de “The Fame” (2008), esto es, “The Fame Monster” (2009), como una obra aparte, aunque el segundo CD solo contuviera seis temas. La Germanotta deja fuera del cómputo oficial sus discos compartidos con Tony Bennett –el primero, “Cheek To Cheek” (2014), mucho más exitoso que el segundo, “Love For Sale” (2021)–, las bandas sonoras de “Ha nacido una estrella” (2018) y “Joker: Folie À Deux” (2024) o el lanzamiento sorpresa inspirado por esta última, “Harlequin” (2024), al que ha llamado “LG6.5”.


2. Actitud pop otra vez

Al parecer fue su prometido, el empresario e inversor Michael Polansky, quien la animó a hacer un disco pop “y realmente dejarse llevar por el gozo”. Con el segundo single dejó claro a sus más antiguos ‘little monsters’ que iba a volver a ser la Gaga del principio. “Mucho de lo que hice con ‘Abracadabra’ fue reclamar música e imaginería que es de invención propia”, dijo en entrevista con ‘Entertainment Weekly’, como recordando a Chappell Roan y Charli XCX que ella estuvo antes en esto del pop over-the-top y estéticamente teatral, exuberante, por no decir deliberadamente estrafalario.

El álbum es todo un regreso al maximalismo del disco “Born This Way” (2011): electro distorsionado, estribillos generalmente épicos y guiños desenfrenados al hard rock o el hair metal si es necesario. “El álbum está imbuido de mi amor por la música: una diversidad de géneros, estilos y sueños”, explicó la artista en entrevista con “Rolling Stone” en diciembre. “Salta de un género a otro de un modo que parece casi corrupto, y culmina en el amor. Esa es mi respuesta a todo el caos de mi vida: encuentro la paz en el amor”.


3. Exploración de estilos

La artista parece haberse divertido, o lo que es lo mismo, haber hecho caso a su marido, con sus nuevas aventuras en alta fidelidad en Shangri-la, el estudio de Rick Rubin en Malibú (California), donde ya hizo las canciones de “Joanne” (2016) y “Ha nacido una estrella”. Y gran parte de esa diversión pasó por probar cosas nuevas, sin perder nunca de vista ese intento de volver al principio. Al parecer, se sumergió a placer en la historia de la música industrial para grabarlo, pero en la revista 'Elle' también citó como influencias “la música alternativa de los 90, el electro-grunge, melodías Prince y Bowie, guitarra y actitud, líneas de bajo funk, música de baile francesa y sintes analógicos”. Lo de Prince debe ir por “Killah”, con esas guitarras tan “Kiss”, pero el tema es también puro Janet Jackson… antes de convertirse, seguramente por mediación del invitado Gesaffelstein, en una versión futurista de Suicide. Otra influencia evidente (al otro extremo del espectro musical) es Taylor Swift, la de “Reputation” (2017), para ser precisos: su decidido e imparable estilo melódico marca “How Bad Do U Want Me?”, animada además por un sample del “Only You” de Yazoo.


4. Abanico de emociones

Si el disco es bastante ecléctico a nivel de sonido, también lo es a nivel de emoción. El repertorio es un reflejo del caos interno (el “mayhem”) de la autora, pero ese barullo y esos conflictos se presentan casi siempre en tono de celebración, de autoaceptación. En la bastante pegadiza “Garden Of Eden” canta a las bondades de los líos casuales en clubs y se presenta como la serpiente en el bíblico Jardín del Edén; “manzana envenenada, da un bocado”, dice en el último verso del estribillo. “Perfect Celebrity” es la inevitable hoy en día reflexión sobre la fama. Cuando llegan los versos “siéntate en primera fila, mira a la princesa morir”, es fácil pensar, como ha señalado el crítico Alexis Petridis en “The Guardian”, su emblemático número sobre “la muerte de la celebridad” en los MTV Video Music Awards de 2009, en los que cantó “Paparazzi” sangrando de un falso tajo en el estómago.


5. La imagen

La foto de portada (de la edición estándar) es bastante elegante: en blanco y negro, con una Gaga morena despeinada, la cara pegada a un cristal roto en cuyo reflejo aparece distorsionada. Sesión supervisada por el artista británico Frank Lebon, a quien debemos, por ejemplo, la portada del “Love What Survives” de Mount Kimbie. Ha guardado su parte más teatral para los vídeos: en el de “Disease”, la vemos como el personaje de Mayhem, vestida con una imposible indumentaria sadomaso y con ojos inyectados en sangre; un outfit casi minimalista comparado con los que luce en la fantasía fashion del clip de “Abracadabra”.

El pasado 8 de marzo, Gaga aprovechó su regreso a “Saturday Night Live” en doble función de anfitriona y artista musical para hacer en vivo ese último single por primera vez, además de “Killah”. Para ver todo un directo suyo habrá que desplazarse a Coachella, donde será cabeza de cartel los días 11 y 18 de abril, o atreverse a pisar la playa Copacabana de Río de Janeiro el 3 de mayo, cuando ofrecerá allí un concierto gratuito. ¿Conseguirá igualar la cifra de tres millones y medio de espectadores lograda por Rod Stewart en 1994?


Foto: Frank Lebon

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