Coachella

Los highlights del primer finde de Coachella 2024

El festival más grande del mundillo ofrece un paseo nostálgico cada vez más disperso generacional y estilísticamente, pero igual de emocionante

Por Diego Rubio

Se habla mucho de Coachella desde esta nuestra España, la mayoría de las veces sin saber, porque no creo que haya ido mucha de la gente que tanto habla. El redactor que escribe estas líneas ha tenido la oportunidad –y la enorme fortuna– de estar, concretamente en la edición del pasado 2023, y puede decir que es un espectáculo en cuanto a organización, sonido y apartado técnico-visual, que el cartel está lleno de joyas en todos los escenarios y que lo que te venden en redes sociales y desde el foso VIP es tan solo un 1% de lo que es Coachella. Yo que sé, id a comprobarlo y me contáis. Este año lo he visto desde casa y a través de los ojos de una espía personal –una amiga que vive en San Diego y que ya es toda una asidua–, así que os cuento un poco lo que para mí ha sido lo mejor.

Tyler, The Creator

Asumiendo un papel de headliner que este año quizá ha quedado diluido entre una actuación simbólica pero flojita de Lana Del Rey y un totum revolutum demasiado frío por parte de Doja Cat, Tyler arrasó Coachella con un parque recreativo de fantasías y explosiones que encarnaba muy bien lo que sucede en la cabeza del rapero, su imaginería, su imaginación, y al que fueron a divertirse amigos y colaboradores como Donald Glover, A$AP Rocky y un maravilloso Charlie Wilson, interpretando al piano una versión definitiva de “Earfquake”. Bestial.


No Doubt

Gwen Stefani reinó en la noche desértica con un dominio absoluto del escenario y con una voz en forma casi legendaria, intacta y madurada. Llevaban más de diez años sin subirse a un escenario y en su regreso parecieron Blondie, parecieron Pretenders, parecieron una de esas bandas históricas e inolvidables. Y supieron abrazar la genealogía invitando al escenario a Olivia Rodrigo, resignificar su repertorio y, por encima de todo, defenderlo con respeto. Por si quedaba alguna duda, vaya.

Sublime

Más que por bueno, el concierto de Sublime fue especial por demostrar el poder de Coachella para estimular que sucedan cosas, valga la redundancia, especiales. Y por contribuir a la narrativa de leyenda de la música californiana –Blur, además de su movidita, subieron al escenario a un coro de Cahuilla Bird Singers, un tipo de canto de las tribus indígenas de Coachella y el desierto de Indio–. La banda, clave en la tercera ola del ska durante los 90, se disolvió en 1996 en el momento álgido de su carrera tras la muerte de su cantante, Bradley Nowell, por una sobredosis de heroína. En Coachella les ha liderado Jakob Nowell, su hijo. Y obviamente Lana hizo su versión de “Doin’ Time”.


J Balvin

El colombiano ha hecho historia en Coachella –y en el mundo– le tire quien le tire, y no solo fue el primer artista latino en encabezar el festival en 2019, también se ha coronado este como el latino con más apariciones –no olvidemos aquel “Mi Gente” en 2018 en el histórico concierto de Beyoncé–. Para esta ocasión eligió una performance intergaláctica en la que nos regaló uno de los momentazos de la edición: la aparición sorpresa –un regreso a los escenarios en toda regla– de Will Smith enfundado en el traje negro para interpretar el tema de “Men in Black”. ¿He dicho bestial ya? Pues brutal.


Kevin Abstract

El rapero, cada vez más cantante, no quiso dejar pasar la oportunidad que le brindaba el festival californiano, así que arrancó su concierto en el escenario Mojave –de lo mejorcito del festival, un remanso de paz, sombrita y musicón– dejándole el foco a la siempre desaparecida a medias Sky Ferreira para interpretar –y retorcer hacia un trap etéreo– ese archiconocido himno del country pop que es “Need You Now”, de Lady A. Ya en el escenario presentó con un sonido precioso sus dos últimos trabajos, rodeándose de amigos como Dominic Fike y Quadeca.

Brittany Howard

Gobi, la carpa kitsch de Coachella, con sus telones carmesí y sus lámparas de araña –que reflejan peligrosamente la luz cuando el sol rasa el horizonte–, se engalanó de más cuando subió al escenario la gran Brittany Howard, a hacer sin aspavientos lo que está destinada a hacer: darle brillo al mundo a través de su música, más groove y más funky en su segundo disco en solitario, el reciente “What Now”. Os prometo que ver un concierto de estos en Coachella, con ese buen rollo, el vibe calentito californiano, el olor de un hierbón increíble y la maldita limonada a 10$, es una experiencia superior.


Lupe Fiasco

Todo un clásico del hip hop, Lupe Fiasco dio uno de los grandes conciertos de la Heineken House, un escenario medio sorpresa y con aforo reducido que apela al sentimiento de celebración y de cercanía con el artista, convirtiéndose casi en una fiesta pseudoprivada dentro del festival –es uno de los pocos escenarios en los que venden alcohol, que se reserva siempre a zonas de restauración o a espacios exteriores–. Hasta Tyler se pasó por allí para vivirse al máximo “Paris Tokyo”, uno de los grandes hitos del rapero de Chicago.

Vampire Weekend

Los neoyorquinos llegaron al festival como una de las sorpresas de última hora y con su excelentísimo nuevo disco, “Only God Was Above Us”, recién estrenado. E hicieron lo que mejor saben con una fórmula concentrada con un salpicado de sus mejores temas, nuevos, viejos y en medio. Siempre guasones con sí mismos y autoproclamándose como los “Cocaine Cowboys” –un formatillo que estrenaron en Austin–, terminaron con un medley de temas country y un tablero de cornhole al que se apuntaron Paris Hilton y un tipo disfrazado de Abraham Lincoln. Hay que quererles.


Yoasobi

El concierto de los japoneses Yoasobi, fábrica de hitmakers nipona y absolutos dioses en su país de origen, es quizá la esencia de lo que es Coachella, un lugar en el que suceden cosas en cierto modo irrepetibles, al menos en el contexto presente: las dos únicas veces que los autores de maravillas como “Yuusha”, “Idol” o “Yoru Ni Kakeru” han salido de Asia ha sido para un concierto en Tampa, California, y ahora para el festival del desierto de Indio. Ojalá los traiga el Primavera Sound.


Depresión Sonora

No podíamos terminar este repaso a Coachella 2024 olvidándonos de Depresión Sonora, el trío madrileño que ha conquistado Indio con su nueva oscuridad. Todos unos ídolos en México, su presencia tiene todo el sentido en un festival tan vinculado al público mejicano –latino en general– y con un espíritu, dentro de su enorme “californidad”, a ratos tan tex-mex, a ratos tan cajún. Convencieron e incluso destacaron dentro de la uniformidad guitarrera en la que a veces cae el festival cuando mira fuera de EEUU, y eso es muy digno de valorar.


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