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Eminem y la muerte de Slim Shady

El rapero de Detroit resucita, 24 años después, a su alter ego más provocador en “The Death of Slim Shady (Coup de Grâce)”, su 12º álbum de estudio

Por Diego Rubio

En marzo pasado Dr. Dre pasó por el programa de Jimmy Kimmel junto a 50 Cent y Snoop Dog y comentó que había estado grabando para un nuevo LP de Eminem. Una realidad que no se confirmó mucho después: el rapero de Detroit utilizó uno de los spots publicitarios del descanso de la Superbowl para anunciar definitivamente el que sería su décimo segundo álbum de estudio, “The Death of Slim Shady (Coup de Grâce)”. Una obra ambiciosa, conceptual y que vuelve sobre el hilo bizarro y horrorcore de sus referencias de finales de los noventa, con varias buenas barras y producciones interesantes, pero también algo desfasada en su entendimiento de la provocación y la incorrección. La repasamos en cinco claves.

1. La muerte de Slim Shady

Slim Shady fue, en cierta medida, el personaje que le sirvió a Eminem para cimentar su ascenso al estrellato tras el fracaso de “Infinity”, su debut largo de 1996. Con la libertad lírica que un alter ego le permitía y la facilidad que le ofrecía para acercarse a contenidos conceptuales firmó en 1997 el fundamental “Slim Shady EP”, que motivó que Dr. Dre y Jimmy Iovine le ficharan para Aftermath / Interscope, y con Dre como principal valedor y productor de cabecera lanzó “The Slim Shady LP” en 1999. El éxito fue arrollador y Eminem se convirtió prácticamente de la noche a la mañana en la voz de una nueva generación, esencialmente blanca, de oyentes de rap. Desde entonces siempre jugó a ficcionar sobre su propia vida, a confundir sus distintas personalidades, e incluso en “8 Miles”, su también exitosa incursión en el cine, es complicado saber cuál es el límite entre Slim Shady, Eminem, B-Rabbit o el verdadero Marshall Mathers.


2. Horrorcore

Eminem usó el recurso de la película de terror de serie B para darle el fondo al personaje de Slim Shady, para contenerlo en un universo ajeno y con reglas propias, identificable y al que poder volver en el futuro, como demuestra en “Coup de Grâce”. Esa fantasía de ficción le servía para pasarse de la raya, claro, para jugar con extremos expresionistas como el buen slasher, pero sobre todo para alejarse de los corsés realistas y comprometidos socialmente del conscious rap y su propósito elevado. Eminem solo quería pasárselo bien, y de eso iban las producciones de g-funk de Dre de la época, grooveras y pegajosas. Su nuevo álbum va por ahí pero con un dramatismo más ominoso, enfocándose más en la pelea interna entre su personalidad y su alter ego, rollo Venom. “Would this rhyme be ok if South Park had did it? Would it make you less angry if Cartman spit it?”, dice en “Habits”.


3. Guiños propios (y ajenos)

La mayoría de la narrativa autorreferencial de “The Death of Slim Shady” está en la forma de hablar, sucia y provocativa, llena de insultos y groserías varias, y en el tono aniñado, nasal y malotillo, vibra Bart Simpson rapeando, que al final son las señas de identidad del personaje más allá de cualquier idea melódica o estructura de canción. Pero hay un ánimo revisionista en algún momento, y en “Habits”, por ejemplo, reflexiona también sobre lo exagerado de que le llamen misógino –“They gon’ do me the same as DaBaby with all of this shit? Chapelle and Collin, they’re calling me misogynistic while raising three daughters, two graduated with honor from college”–, o en “Somebody Save Me” sobre su pasada adicción a la medicación, discutiéndole a Shady su lado oscuro como Jekyll a Mr. Hyde. Además, reaparecen viejos personajes del universo Shady como el homosexual pedófilo Ken Kaniff y beefs del pasado: “Brand New Dance” de hecho es un tema de 2004 grabado para “Encore”, pero en “Guilty Conscience 2” confiesa que canceló el lanzamiento por la muerte de Christopher Reeve. En “Fuel”, sin embargo, con JID, Mathers parece Kendrick Lamar, y es inevitable quedarse pensando en lo lejos que quedan estos dos raperos que en el fondo se sucedieron en el papel de padawan del Dr. Dre.


4. Políticamente incorrecto

No deja de resultar curioso que, sin tener necesidad, y en plena locura con las cancelaciones y el choque cada vez más evidente entre una vieja y una nueva forma de entender el mundo, Eminem desempolve, oficialmente después de 24 años, a su alter ego gamberro e incorrecto. Del mismo modo que alguna burrada que otra lanzada por Slim Shady a finales de los noventa le granjeó a Eminem la fama de misógino, o se puso en contra a algunos medios generalistas por extender ideas tóxicas entre la juventud estadounidense, en esta nueva aventura parece armarse en contra de la cultura woke, pero también se pasa de frenada con nuevas sensibilidades.


5. “Música por la que ser asesinado”

Al hilo de lo anterior, lo que queda claro con el paso de los años y de los álbumes es que a Eminem siempre le ha costado separarse del personaje de Slim Shady, y lo ha usado más bien como un escudo, un parapeto, para ir un paso más allá en su acidez e incorrección. De hecho, su último álbum, “Music To Be Murdered By”, que nada tenía que ver con su alter ego, fue bastante criticado por contribuir a la apología de la cultura de las armas en EEUU y por utilizar los tiroteos de Las Vegas y Manchester como material artístico. Tiene cierto sentido que la respuesta discográfica a aquel álbum de 2020 sea esta “Muerte de Slim Shady” en el que dice “His name is Marshall, he’s the Antichrist” y en el que coquetea peligrosamente con la transfobia y la gordofobia –“Road Rage”–.


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