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Cigarettes After Sex, héroes del pop a cámara lenta

El grupo de Greg Gonzalez regresa con “X’s”, su tercer álbum de estudio: poca música tan suave hay en el mundo ahora mismo. Repasamos la historia de los estadounidenses

Por Juan Manuel Freire

Cigarettes After Sex se han hecho con un considerable club de fans, entre ellos muchos miembros de la Generación Z, a base de baladas depuradas, minimalistas y lentas, radicalmente alejadas de la velocidad de los tiempos. Acaban de publicar “X’s”, un disco casi rápido, a veces, que les traerá hasta el WiZink Center de Madrid en noviembre. Repasamos su historia en cinco puntos.

1. Cómo empezó todo

Greg Gonzalez se puso seriamente con la música en 2008, cuando estudiaba en la Universidad de Texas en El Paso. En sus inicios, su estilo era, curiosamente, bastante denso, influido por algunas producciones de The Smiths. Todo cambió para él cuando escuchó “The Trinity Session”, el disco que Cowboy Junkies grabaron con solo un micrófono ambisónico en una iglesia de Toronto.

Siguiendo un poco sus pasos, nuestro héroe se plantó con su banda en la escalera del edificio de música de su universidad y grabó algunas canciones; era solo “una especie de experimento”, dijo en entrevista con ‘Noisey’ en 2016, pero tras mudarse a Nueva York, acabó publicando cuatro de aquellas grabaciones como el EP “I.” (2012), con foto de portada tomada prestada a Man Ray. El éxito, sea como sea, se hizo de rogar: fue cuatro años después cuando YouTube obró su magia y uno de esos temas, “Nothing’s Gonna Hurt You Baby”, empezó a ser consumido globalmente con pasión. “No puedo decirte ‘hicimos esto para que sucediera’”, dijo Gonzalez en ‘The Sydney Morning Herald’. “Porque no hicimos nada. Fue todo muy aleatorio”.


2. Lentitud y ensoñación

En tiempos de tanto ruido y de déficit de atención generalizado, resulta curiosa (y en cierto modo esperanzadora) tanta pasión por un grupo como Cigarettes After Sex. Su estilo reivindica la cámara lenta de los grupos del slowcore, subgénero que tuvo su época de auge en los años noventa. Otro rasgo clave es el uso del reverb, pero un reverb controlado: en su dreampop no se llevan la exageración ni la exaltación, sino, sobre todo, el minimalismo. La voz de Gonzalez apenas suele elevarse por encima de un susurro andrógino.

Más que como slowcore o dreampop, Gonzalez quiere ver su proyecto como heredero de una tradición de canción de amor melancólica que incluiría desde las baladas soul y R&B de Marvin Gaye o Al Green a la más otoñal chanson de Françoise Hardy. Como en Gaye, en sus canciones puede haber bastante “sexual healing”. El propio nombre del grupo ya es sensual. Según ha contado Gonzalez, le llegó a la cabeza en un tiempo en que tenía una amistad con derecho a roce con una mujer que solía fumar después del acto.

3. Por fin, los álbumes

En 2017, es decir, casi diez años después del experimento en la uni, Cigarettes After Sex publicaba al fin su debut homónimo, el de canciones tan redondas como “K.” (una “booty call” de extraña elegancia) y “Apocalypse”, que cogió fuerza en Estados Unidos tras convertirse en debilidad de Chris Muckley, un programador de SiriusXM. La mayoría de estos temas se grabaron en vivo delante de un pequeño público. Todo rezuma una intimidad compartida.

Solo dos años después llegaba “Cry”, el de la sexuada “Hentai” (antes que Rosalía) y dos posibles homenajes al binomio Lynch/Badalamenti como “Falling in love” y “Kiss it off me”, de teclados flotantes y a la vez muy dramáticos. Según explicó González en ‘Exclaim!’, el disco era un intento de recomposición personal tras una mala experiencia sentimental. Necesitaba música “amable” y “pacífica” porque interiormente “estaba sufriendo muchas turbulencias”. Durante la pandemia, muchos se apropian de esta autoterapia para usarla como banda sonora de sus más confesionales aportaciones a TikTok.


4. Subidos de revoluciones

La mejor reseña de “X’s” que he leído hasta ahora es la que escribió Steve Hillier, antiguo miembro de Dubstar, en un post de Facebook, después de acudir a una fiesta de escucha en la tienda de discos Resident de Brighton: “Me gustaría aseguraros que el nuevo álbum es lento, está empapado de reverb y solo contiene canciones de amor. En consecuencia, es enorme”.

Es buena reseña, aunque se oculta que, por ejemplo, en “Baby Blue Movie” suben ligeramente los BPMs y se acercan bastante a territorios de los primeros The xx, que eran tan amigos como él del minimalismo. Si en los anteriores discos, el batería Jacob Tomsky tocaba con un set reducido, con un solo platillo ride, aquí se puede divertir con los platillos hi-hat.

En el corte titular, apostando de nuevo por el erotismo, se habla de un threesome. Pero este es otro disco de ruptura, una catarsis musical tras el fin de una relación de cuatro años. Para Gonzalez el álbum es “algo brutal”, pero para sus fans, será sobre todo un nuevo bálsamo; poca música tan suave hay en el mundo ahora mismo.


5. Captando a fans jóvenes

Ya se veía en sus primeros conciertos en España: esta banda puede atraer a un público realmente heterogéneo, de todas las edades y corrientes estéticas. “The New York Times” se hacía eco hace unos días de su calado en la Generación Z, que parece haber abrazado el dreampop como banda sonora vital. También Slowdive han comentado la curiosidad de escuchar su música en TikTok. Tiene sentido; es una clase de música que ayuda a salir de la espiral de notificaciones del día a día: son momentos para quedarse suspendido, ajeno a cualquier ping. Tanto(s) público(s) tienen CAS que la gira de “X’s” incluye paradas en el mismísimo Madison Square Garden de Nueva York (noche agotada) o el Kia Forum de Los Ángeles (dos noches seguidas, ambas agotadas); en España actuarán en el madrileño WiZink Center, recinto donde caben más de 15.000 personas (de momento, todavía quedan entradas).

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