LANA DEL REY

Crónica de la jornada del viernes de Primavera Sound

Ayer el Parc del Fòrum fue hechizado por la presencia de Lana Del Rey


Por Diego Rubio

Anoche el Parc del Fòrum fue lanalizado, fue abducido por un embrujo inexplicable que coleó durante toda la jornada, desde un arranque difuso con muchas opciones diversas hasta un fin de fiesta extraño que se plagó de propuestas claramente evocadoras y relativamente abstractas como la de unos Mount Kimbie reconvertidos en quinteto para la presentación de su muy reciente “The Sunset Violent” o directamente asentadas en algún tipo de deconstrucción: del trance introspectivo en Sega Bodega, de la IDM en Lanark Artefax, del club rap en HiTech, del footwork en Heavee, del R&B en Tirzah –que apareció en el escenario Plenitude acompañada de Mica Levi–… de todo lo que toca en Arca, que reinó con su corona de espinas y su látigo experimental desde el escenario Amazon Music llevando a la máxima potencia su salón de belleza y torturas: el pop del apocalipsis.

Esa hechicería oscura y brujeril rondó, como decimos, el Primavera Sound en todo momento, invocada por una Lana del Rey que convirtió una abarrotada explanada en gigantesco karaoke derrochando carisma, energía y una simpatía insólita en ella: feliz, radiante, estupenda, precisa y grácil en la parte vocal, pasó 20 minutos –casi los mismos que retrasó su salida al escenario– firmando autógrafos y haciéndose selfies con el público de las primeras filas, rubricando una noche de conexiones especiales que ha sucedido, por casualidad y como en un reflejo distorsionado, en la misma semana de los conciertos en España de Taylor Swift: el ritual fan también se hizo presente en un festival que por un segundo, con “Born To Die”, “A&W”, “Videogames” o “Did You Know That Ther’s A Tunnel Under Ocean Boulevard” fue un valle de lágrimas.

El mismo mood se pudo rastrear también a primera hora de la tarde con el concierto de Ethel Cain, o en un Auditori Rockdelux que asistió seguidas a las presentaciones de los discos más recientes –y excelentes– de Chelsea Wolfe y de Jessica Pratt: dos formas muy distintas de contemplar el vacío y la negrura. Todo esto la misma noche que Mica Levi formó una de las colas más locas que se recuerdan en el festival a la entrada de su dj set en el garaje. El mismo día que tocaron Yo La Tengo –por favor, que alguien los convierta en los nuevos Shellac del Primavera y que vengan todos los años: son casa–. Y en una nueva jornada encabezada por The National, cada vez más bajoneros.

La fiesta más accesible la pusieron Disclosure, opción house que replicó en directo las manías que les habíamos visto abandonar con su último álbum, “Alchemy”, y Rels B, que hizo valer su condición de estrella nacional del pop urbano con un show ambicioso en tamaño, ejecución –banda completa y coristas incluidos– e intenciones, plagado de hits como “A mí” y envuelto en azúcar y sabrosura. Y desde un lugar mucho más retador y provocativo un Troye Sivan que logró zafarse el título de telonero de Lana con un show correcto, bien hilado, bien trabajado y bien interpretado que visibilizaba distintas vertientes del deseo homosexual y que definitivamente fue mucho más que “Rush”.

En el plano más puramente mitómano, y ofreciendo alternativas a la masificación de un show como el de Lana Del Rey, que replicaba casi al milímetro lo visto en Coachella, en Primavera Sound también pudimos asistir a un concierto único de Clipse –el OG dúo de Atlanta que forman los hermanos Malice y Pusha T– y desvirtualizar a Jai Paul, aunque su música siga sin desvirtualizarse del todo y se presente como al otro lado de un holograma pirateado de Prince… y bueno, también a Keanu Reeves, que motivó con su militancia en Dogstar –revival grunge con poco más que cariño– una de las reuniones de curiosos más multitudinarias que se recuerdan.

Foto: Sharon López


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