ROYEL OTIS

Crónica de la jornada de domingo de Primavera a la Ciutat by Santander

La última velada de esta edición de Primavera Sound


Por Diego Rubio

El Primavera Sound de 2024 echó el telón con una verdadera comunión de propuestas guitarreras –la mayoría de ellas con código postal de Brooklyn, hogar de un nuevo rock museístico entroncado con la vanguardia contemporánea– que defendían que un nuevo rock es posible, y que enterrar el género siempre fue un gran error, pues sigue siendo un vehículo para canalizar expresiones radicales: incluso The Lemon Twigs, que representaron la vía más clásica en la sala principal de Apolo, dejaron claro que aunque surgieran en un momento de especial apreciación por lo vintage su discurso siempre fue auténtico e iba más allá, y han terminado haciendo del clasicismo sesentero su propio estandarte de la modernidad; ¿después de todo que es seguir los propios instintos, deseos, e ir en contra de lo que dictan las modas?

También miran hacia el pasado los australianos Royel Otis, construyendo sus canciones, himnos enérgicos de la juventud y el eterno verano, sobre la mejor tradición de pop brillante y surfero y conectándolas con toda la genealogía indie 2000, de The Strokes a Phoenix. Pero funcionan de un modo excepcionalmente contemporáneo, a la manera de unos National Language, alargando la lista de bandas con vocación masiva que mantienen viva la llama de un pop de guitarras calentito, húmedo y salado, y brillando especialmente en temazos como “Sofa King” u “Oysters in my Pocket” y en versiones significativas como el “Murder on the Dancefloor” de Sophie Elis-Bextor y “Linger” de The Cranberries. Mientras ellos tocaban en Apolo en La 2 se presentaban Crumb, con una aproximación al pop soleado que en cierto modo puede llevar a pensar en los paisajes australianos, pero que se asienta siempre sobre una poderosa evocación, recorriendo caminos quizá paralelos pero también bien diferentes, que ponen por delante la introspección, la ingravidez y el recogimiento.

Otras bandas, sin embargo, recurren al contacto, a la corporalidad, a algo mucho más materialista que impacte sonoramente en la conciencia del espectador. Abriendo la jornada en Apolo, los franco-británicos Mandy, Indiana utilizaron los rieles de la experimentación art rock y la vanguardia abstracta para canalizar una energía casi ritual que en muchos momentos se abandona a la fiebre bailable, reformando ideas asociadas al dance punk desde un punto de vista totalmente industrial. Y, por su parte, en La 2, los neoyorquinos Water From Your Eyes invocaban una especie de revolución mental azuzada por guitarrazos que son como brochazos o arañazos de ruido para presentar su último álbum, “Everyone’s Crushed”, en el que se esfuerzan por exponer las contradicciones de la intencionalidad artística y de la industria contemporánea.

Desde esa intención destructivista, abstracta, feísta y decididamente electrónica operan los también neoyorquinos Model/Actriz, que dieron el mejor concierto de la jornada en la sala Apolo y se confirmaron como uno de los actos rock más excitantes del mundo ahora mismo. El cuarteto golpea con una masa informe y contundente de post-punk, noise y música industrial mientras su carismático líder, Cole Haden, se contonea con malicia y sensualidad arrastrando una voz angustiada y temblorosa, sumergiéndose entre el público e invitando a unos pogos que tardan en explotar o que directamente no lo hacen, manteniendo la banda siempre una tensión irresoluble. Su actitud queer, además, aporta a la irresistible mezcla otro contraste más, convirtiéndoles en la sensación guitarrera de la última temporada.

Para terminar, Dorian Electra trasladó a La 2 de Apolo todo el maximalista y operístico espectáculo –escenografía, bailarines, payaso triste, “Ridi Pagliaccio” y momentos íntimos al piano incluidos– con el que disipó la tormenta del sábado a base de encantamientos escritos en su grimorio del pop electrónico y mutante, y que llevan géneros como el jungle, el dubstep, el hyperpop o el puro pop de masas al desfase del rock de estadios y a veces hasta al metal. Antes, por la tarde, el más joven de los Rusia-idk, Tristán!, se presentaba en LAUT con Teo Lucadamo a los mandos para repasar, entre voces de helio, bases distorsionadas y glitches, los poquitos temas que tiene, algunos de ellos maravillosos como la antibalada “Osaka” o la dinámica “Goofie” con Rusowsky, y presentar algún que otro nuevo.

Y, mientras tanto, en Paral·lel 62, el festival insistía en recordarnos –con nuevas actuaciones de Militarie Gun y los papás American Football– que si hay un género que avanzó los sentimientos que están trazando el hilo rojo de las generaciones desde los 90, ese fue el emo, desde su evolución vía hardcore hasta un presente en el que está despojado completamente de su rango de características como estilo para pasar a representar más un sentimiento, una forma de ver la vida… una actitud. En el todo a la vez en todas partes del Primavera Sound no hay una línea temporal que no esté apoyada por una bien justificada narrativa.

Foto: Gisela Jané


Disfruta del 100% de las ventajas de SMUSIC haciéndote cliente Santander aquí