STELLA MARIS

Crónica de la jornada inaugural de Primavera Sound

The National, Phoenix o Stella Maris fueron los grandes protagonistas.


Por Diego Rubio

En Razzmatazz anoche se vivió en misa y se respiró tranquilidad: The National silenciaron la jornada para algunos, que se recluyeron en sí mismos y en su privilegio, con un concierto previsible pero no por ello menos emocionante que acabó con un coro unísono en el público, fundido a negro. Mientras, ahí fuera, en el campo abierto que es el Primavera a la Ciutat, era fiesta mayor: en el Parc del Fòrum, unos Phoenix igualmente telegrafiados volvían a poner sobre la mesa unas cartas que poco tienen de reverso y volvían a surfear las masas a placer, defendiéndose entre viejos clásicos y clásicos modernos porque clásico es una palabra que les encaja en todos los sentidos, para bien y para mal. Un clásico de los últimos Primavera Sound, los franceses supieron hacer especial un concierto que para nada lo era, y eso siempre es digno de admirar.

Lo hicieron, además, después del apoteosis bautismal que acometió ese grupo ficticio diseñado por Los Javis y musicado por Hidrogenesse que es Stella Maris. Con un discurso escénico mucho más que musical, plantearon más preguntas que respuestas y dejaron la puerta abierta a una continuación de “La Mesías” resucitando a Amparo Puig Baró, personaje ficticio interpretado por una Carmen Machi que apareció entronizada entre el público para terminar replicando su viral discurso sobre el valor catártico y espiritual de la música electrónica. De fondo tronaba mákina, y bailaba entre flores un magistral Albert Pla que dejó sorpresa en forma de versión pitufera de “Experiencia religiosa”. Denles una hora más para desarrollar y les veremos de nuevo presentando en Broadway.

Antes, en el Fòrum, también tronaron a su modo los australianos Tropical Fuck Storm, que son tan imprevisibles como las olas cuando dejas de hacer pie; a veces te mecen, a veces te asustan, a veces te ahogan, en su caso con pedales y distorsión. Y la mallorquina Maria Jaume puso en valor para abrir la jornada la enorme calidad de la nueva ola de pop balear con todas las credenciales en forma de sutilezas electrónicas que encontramos en su excelente tercer álbum, “Nostàlgia Airlines”.

Siguiendo las vías electrónicas, pero siempre desde unos márgenes retorcidos, continuó ya entrada la madrugada la jornada en La 2 de Apolo, que se desperezó de golpe con el arrase de Fat Dog: salidos del Windmill que ha visto nacer a todas las bandas excitantes de Londres en los últimos años, descargaron sin piedad las canciones de un debut que les ve cruzar, con Prodigy en la cabeza y Scisor Scisters en el corazón, el postpunk típicamente inglés con la rave británica original de grupos como Underworld. The Dare les dio réplica desde Nueva York cambiando la dejadez punk por elegancia, pero manteniendo la suciedad y la perversión, pues en su electroclash, deudor absoluto del vondage sintético y encarnación del Dimes Square, no se lee otra cosa que el puro deseo. Y precisamente deseo es lo que articula, también sobre raíles sintéticos y carreteras de neón, el discurso de Desire, proyecto paralelo con el que Johnny Jewel volvió a llegar, ver y vencer en este Primavera Sound tras su despliegue de bandas sonoras del lunes: sin duda quien no se fue con un azote a la cama anoche es porque no quiso.

Foto: Christian Bertrand


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