Prince

“The Black Album”, la biblia funk de Prince

En la cima de su inspiración y reconocimiento, Prince experimentó algo parecido a una epifanía espiritual y decidió retirar del mercado un álbum que ya había salido de fábrica. Caprichos de genio.

Por César Luquero

Sorteos de vinilos emblemáticos - Plásticos y Decibelios

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Gustos al margen, bajo dicho rasero cada cual es muy quién para decidir con qué se queda y con qué no, resulta difícil argumentar en contra del impacto que la figura de Prince (1958-2016) ha ejercido en la historia de la música popular y sus aledaños. El universo estético del estadounidense siempre estuvo en memorable expansión, pero fue durante la década de los ochenta cuando brilló con mayor intensidad. En aquella época nadie pudo hacerle sombra. 

Con desbordante creatividad, Prince asumía las enseñanzas de maestros y pioneros como Little Richard, Jimi Hendrix, James Brown o George Clinton para transformarlas en algo nuevo, excitante, original en sentido estricto. Su trabajo sedujo a millones de personas en todo el mundo y lo convirtió en una estrella global que trascendía logros comerciales para señalar el camino por el que la creación sonora y visual iba a transitar. No solo facturaba musicón, también mandaba en el ámbito del videoclip, la moda o las producciones escénicas y tenía un infalible instinto para detectar e integrar en su obra el talento ajeno. A finales de los ochenta, resumiendo mucho, estaba que se salía.

El año del diluvio

En 1987, el caudal creativo de Prince amenazaba riada. A las copiosas reservas de prestigio y cash que había dejado el aguacero “Purple Rain” (1984) se sumaron el fluido psico-funk-pop de “Around The World In A Day” (1985) y “Parade” (1986), preparando el camino a una obra magna –el doble álbum “Sign O’ The Times” (1987)– a la que nuestro pequeño gran hombre quería dar continuidad de inmediato, antes de que terminara el año.

El plan era publicar un disco sin título, sin fotos y sin créditos el 8 de diciembre. Funda negra, código de barras, etiqueta de advertencia parental por letras explícitas –los censores del PRMC liderado por Tipper Gore (esposa del por entonces senador Al Gore) ya le habían buscado las vueltas a costa de “Darling Nikki”– y a correr. Un disco negro, “The Black Album” aka “The Funk Bible”.


Cambiaste de parecer

Aquel artefacto misterioso ya estaba en los tacos de salida cuando a Prince le dio una ventolera y decidió retirarlo del mercado. Cuesta pensar que los motivos de aquel dramático cambio de planes fueran artísticos, porque el disco no estaba tan mal. Lo que proponía en sus ocho cortes no era tan pinturero como “1999” (1982) o el ya citado “Purple Rain”, aunque tenía su punto.

“The Black Album”, a grandes rasgos, es un disco de funk con canciones largas y contumaces como “Le Grind”, “Rockhard In A Funky Place” o “Superfunkycalifragisexy”. Con apuntes electro como “Bob George”, aproximaciones al hip hop como “Dead On It” y baladas marca de la casa como “When 2 R In Love”, canción que recuperó pocos meses después en el álbum “Lovesexy” (1988). Nada del otro jueves viniendo de quien venía, pero tampoco tan malo como para quitarlo de enmedio antes incluso de que llegara a las tiendas.


Fantasía de piratas

Cuando Prince decidió que aquel disco no vería la luz ya se habían fabricado miles de copias del mismo, e incluso circulaban centenares de ejemplares promocionales que ya habían sido enviados. El músico reclamó las copias fabricadas para su destrucción, pero no pudo evitar que la rumorología se convirtiera en clamor entre sus fans, quienes empezaron a buscarlo desesperadamente.

En la primavera de 1988, Prince publicó “Lovesexy”, con “Alphabet St” como single de avanzadilla. Consciente del revuelo que “The Black Album” estaba causando entre sus seguidores y del movimiento de copias en el ámbito del pirateo discográfico, incluyó un mensaje semioculto en el clip del sencillo, apenas un frame del metraje total, en el que decía “no compréis el Black Album, lo siento”.


Oigo una voz, veo visiones

Pero sería en la gira de “Lovesexy” cuando el misterio sobre el disco negro empezaría a desvelarse. Canciones como “Bob George” o “Superfunkycalifragisexy” –también “When 2 R In Love”, claro– formaban parte del repertorio. Y en el programa oficial del tour, el de Minneapolis explicaba, con prosa principesca, que la inspiración de “The Black Album” provenía de fuerzas malignas y que Camille –un alter ego con el que Prince ya había articulado un álbum del mismo nombre que tampoco se publicó– había permitido que su lado oscuro y su vanidad se impusieran a la hora de concebirlo. De hecho, llega a bautizar ese reverso tenebroso de sí mismo –o de Camille, se pierde uno ya– con la figura de Spooky Electric, a quien atribuye la creación del disco negro.

Para más inri, hay versiones apócrifas que ponen fecha y lugar al momento de iluminación de Prince. Paisley Park, 1 de diciembre de 1987, noche de larga conversación con la poeta y cantautora Ingrid Chavez, ingesta de éxtasis, visión de la palabra GOD –se imponen las mayúsculas– por parte de nuestro protagonista, miedos, dudas, determinación, responsabilidad, una retirada a tiempo puede ser victoria. La decisión estaba tomada: adiós a “The Black Album”.


A destiempo

El 22 de noviembre de 1994, “The Black Album” fue editado oficialmente. En aquel momento, con la explosión de la Nación Alternativa todavía resonando aunque con Kurt Cobain ya muerto y enterrado, Prince venía de publicar un disco tirando a malo –“Come” (1994)– que había funcionado bastante bien en el Reino Unido. Pero tenía sus movidas con la discográfica Warner y parecía desubicado en un contexto crucial para la historia de la música negra, el de la segunda era dorada del hip hop.

El disco salió por imperativo contractual. Se especula con que Warner pagó un millón de dólares a Prince para que diera el visto bueno a la publicación del supuesto maligno. Salvo un lyric video para “When 2 R In Love”, apenas se apostó por la promoción. El disco negro pasó con más pena que gloria por las listas de venta –puesto 47 en Estados Unidos, llegó hasta el 36 en Reino Unido– entre la sensación de que a aquel repertorio de funk cerril y marcado acento urbano se le había pasado el arroz. No era el caso de su artífice, quien siguió trabajando duro y publicando discos de los buenos –como “Emancipation” (1996), “The Rainbow Children” (2001), “Musicology” (2004) o “Art Official Age” (2014)– hasta el final de sus días.


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