Rap español contemporáneo vol.1
Un repaso del género musical: madurez, sangre fresca y puntos de inflexión
Con este artículo sobre el rap en España en la década de 2010 comienza un extenso informe –en varias entregas– acerca del estado actual del género en nuestro país. Un recorrido exhaustivo para comprender mejor de dónde venimos, cómo llegamos hasta aquí y hacia dónde podríamos dirigirnos.
Que el rap es el género por excelencia en el ámbito de las músicas populares ya no se puede discutir. Desde 2018, según datos de Trapital, el hip hop es el estilo musical más escuchado en los Estados Unidos. En España no lo podemos afirmar con tanta rotundidad. Por una parte, existe una fuerte influencia de géneros como el reguetón, tanto en su forma más pura como enraizado en la música pop. También pervive la pujanza de palos como el indie –a diferencia de otros países, aquí hemos mirado más a la tradición de guitarras brit antes que a lo que nos llegaba de Estados Unidos– o la electrónica. Eso no impide que en ocasiones el rap –o los mal llamados “géneros urbanos”– también haya estado entre lo más escuchado. Si observamos la influencia y el éxito comercial de artistas como Quevedo, C. Tangana, Rosalía o Bad Gyal, podemos concluir que algo está cambiando. España es rapera.
Todo esto va acompañado de subtexto y de una realidad en los márgenes: el rap en España está, posiblemente, en el mejor momento de su historia. Geográfica, estética y estilísticamente se están dando multitud de movimientos y corrientes, transversales y multigeneracionales. Un momento vibrante en el que cada día salen nuevos nombres y propuestas que, bebiendo de lo clásico o adscritas a nuevos espacios, ensanchan el género y revitalizan la escena.
Trazar una línea hacia los orígenes de esta explosión del rap en español nos llevaría, seguramente, hasta principios de siglo o incluso antes. Pero en algún momento hemos de situar nuestro particular comienzo y ese instante sería en la década de 2010. Por supuesto sin ánimo de expulsar a nadie de este memory lane, pero es que los inicios de dicho decenio supusieron, sin duda, el gran punto de inflexión que cambió la cara a la escena y, por ende, a la historia del rap español. Aunque los primeros años de la década de 2000 fueron testigo de algunas de las obras más destacadas de nuestro rap –el disco homónimo de Ley Rico, publicado por Zona Bruta en 2003; “Vintage” (Gamberros Pro, 2004) y “Millésime” (Gamberros Pro, 2005), de Chirie Vegas; “Chocolate” (Gamberros Pro, 2004), de Costa; o las propuestas de Madrid Pimps, Yako Muñoz y Primer Dan–, estamos hablando de referencias que no estuvieron exentas de recibir críticas feroces. Estos álbumes, que trasladaban la fórmula del rap neoyorquino o sureño con sus estéticas e imaginarios correspondientes, no casaban con la concepción más filosófica que dominaba en España por aquel entonces: el hip hop tenía que ser poético, autoconsciente y social. Afortunadamente, a finales de ese tramo del siglo la cosa había cambiado y la recepción dispensada a “Morfina” (Gamberros Pro, 2010), el segundo álbum de Costa, fue el mejor ejemplo de ello.
Esa segunda referencia de Costa es un gran trabajo: un disco crudo, con una aportación excelsa de Sendy a la producción, cargado de jerga, de moda y de spanglish. También, por qué no decirlo, de un componente sexual –testosterona y masculinidad tóxica mediante– que hoy resulta sonrojante o inaceptable. Por primera vez la recepción mayoritaria del público fue de aceptación, no de odio en foros de internet –el equivalente a las redes sociales actuales– o de mofas a su costa (sí, pun intended). El rapero madrileño pagó el peaje de ser pionero en determinados sonidos y moldeó el gusto del público con referencias de calidad, no siempre fáciles de asumir para el oyente medio de entonces. No fue el único. Además de los ya nombrados, debemos mencionar aquí a Hermanos Herméticos, Toscano, Darmo, ARS aka Carmona, Iván Nieto, Dharmakarma, Chinatown, Perros Callejeros, El Sr. Rojo, Slowlee haciendo sonido club desde Galicia, Torrico, Wase & J. Sánchez, Dolcce Rotta o Mitsuruggy… entre otros que nos dejamos en el tintero.
Otra obra que jugó un papel determinante y que voló la cabeza de todos los que disfrutábamos del género fue “Moonglasses” (Gamberros Pro, 2011), de los madrileños Guante Blanco. Formado por la exitosa fórmula MC más productor, este álbum supuso una revolución en su momento. Partiendo también de una carrera previa en el underground, las rimas rotas y el estilo sincopado de Joka –plagado de referencias, crónica callejera y namedropping– junto a las producciones de Hoodlover, sirvieron de manto intergeneracional, congregando en este álbum lo nuevo y lo viejo. Después la banda no continuaría en activo como tal, aunque sí el MC, que ha vuelto a la actividad recientemente. Pero su impacto fue trascendental para llevar el rap de Madrid a un nuevo grado de madurez que permeó en todo el hip-hop español.
Nuevas geografías, poder audiovisual y madurez artística
El siguiente nombre que debemos citar en este repaso no llega desde la capital, sino de un punto nada sospechoso de ser cuna de rappers: la localidad burgalesa de Miranda de Ebro. Hablamos, cómo no, de MDE Click. La banda formada por los raperos N-Y –antes conocido como El Ninyato y en la actualidad como N-Wise– e Ihon más el DJ Coolbeat –junto a otros asociados como Isayah Thomas, GCA o Gjazz– copó la escena española con el lanzamiento de una serie de singles en YouTube, principalmente capitaneados por N-Y, entre los que destacaba el himno “Mis 90s”. Tampoco podemos olvidarnos de su obra magna, “5%” (Autoeditado, 2011). Un disco plagado de contenido y simbología de la Nación del Islam y especialmente de su posterior escisión, la Nación de los Dioses y las Tierras. Su estilo, importado desde Nueva York, arrasó gracias a esa capacidad para captar y trasladar los códigos del rap más canónico de la Costa Este de Estados Unidos. Trajeron al español una serie de rapeos que sonaban más que nunca a la Gran Manzana y su influencia en aquel momento fue total: el público repetía como un mantra referencias directas de los conocidos como fivepercenters.
Una de las claves del buen estado de forma del rap español contemporáneo es la comprensión de que imagen y música van de la mano. Y en esa ecuación destaca el colectivo Ziøntifik. Ya revolucionario desde su aportación mediante el EP “Jóvenes bajo presión” (Gas-Oil, 2006), de Elio Toffana, o el álbum “El veneno” (Ziøntifik-Zona Bruta-Warner, 2009), firmado por Acqua Toffana, fue a principios de la década de 2010 cuando mostró su plan maestro. Se trataba de adoptar el concepto de clicka multidisciplinar –tan común en países como Francia– para tocar todos los palos posibles del proceso creativo: rapeo, producción, fotografía, audiovisuales, arte, grafiti, diseño… “Black Øps” (Ziøntifik-Warner, 2012) fue su materialización: mitad proyecto audiovisual –formado por videoclips que en aquel entonces, y también a día de hoy, eran auténticas obras de arte– y mitad disco, supuso un antes y un después tanto por ese enfoque dual como por la implicación de una gran discográfica. En el plano audiovisual, también destacó la labor de 128 Films, colectivo de filmmakers que se hizo célebre por lanzar pequeñas píldoras audiovisuales con temas muy cortos, protagonizados por artistas como Adriano Danzziani, Callejo o Calogero.
Los primeros años de la década de 2010 también están marcados por propuestas mucho más maduras y diferenciales. Obras como “Baladas heavys (el estatus de Elsso)” (Autoeditado, 2010), de El$$o Rodríguez, supusieron un nuevo enfoque en cuanto a letras –mucho más reposadas, trabajadas y honestas– y permitieron ofrecer nuevas personalidades artísticas para el rap, ayudando a una transición hacia la madurez del género. Y aunque fuese en otra dirección, es esencial mencionar colectivos como Urano Players, especialmente por el trabajo de Erik Urano & Zar1. La dupla formada por “Energía libre” (Autoeditado, 2011) y “Cosmonáutica” (Gamberros Pro, 2014) ensanchó los límites del hip hop en España al asumir la influencia de géneros como el jungle, el UK garage o el grime. Hoy continúan siendo referentes de vanguardia para el rap español.
Hambre, estilo y descaro: nuevos talentos en el rap
Sin ánimo de restarle peso o importancia a nadie, seguramente el mayor impacto de aquellos años puede adjudicarse a un colectivo de chavales madrileños con mucho estilo, hambre y personalidad: Corredores de Bloque. El grupo, formado por MCs como D.Gomez –actualmente conocido como Kaydy Cain–, Márkes –actualmente conocido como Israel B–, Big Jay, M. Ramírez, Pocas Libras, Nano o Callejo, entre otros, revolucionó la escena de principios de la década con una fórmula simple: prestar toda la atención a los auténticos popes del género, aquellos que estaban al otro lado del charco, y dejarse de complejos y deudas con artistas patrios. Cada uno con su estilo propio –pero con raíces muy claras en Mobb Deep, la música caribeña o el reguetón clásico– y todos con una actitud y un descaro nunca visto antes, hicieron suya la escena. Su mixtape “CB Cuts Vol. 1” (Autoeditado, 2011) se sitúa en el top de las obras maestras del underground español.
Cabe señalar una influencia que va mucho más allá, porque uno de sus miembros, Kaydy Cain –además de ser culpable de popularizar los náuticos entre los raperos o la jerga que consistía en emplear conceptos como pirri o swing, o su combinación pirri con swing–, lanzó en 2013 una mixtape capital para entender la evolución del género. Hablamos de “Trvp Jinxx” (Autoeditado, 2013), firmada junto al productor Ael Beats, que fue de las primeras referencias en hacer apología directa del trap en España. Antes ya hubo nombres muy destacados haciendo trap en lo formal –trasladando los sonidos de Atlanta o Chicago– y trap en lo temático o que hacían música influenciada por el sur de los Estados Unidos: Urban P, Chris Cocktailz, Slash Major, Christian Crisis, Xcese, los ya mencionados Primer Dan o Torrico… Pero este trabajo fue, seguramente, el más impactante por lo que supuso a continuación.
También por aquel entonces empezaba a hacer ruido un colectivo inclasificable radicado en Granada pero que parecía estar desperdigado por todo el mundo. Lanzando canciones en YouTube y SoundCloud como si no hubiese un mañana, nombrándolas de forma indescifrable –a la manera de agrupaciones como Raider Klan– y dotándolas de un trasfondo quinqui, patrio, retarded, emotional o el calificativo que se te ocurra, estaban revolucionando el submundo del rap en español. Hablamos, cómo no, de Kefta Boyz, formado por artistas como Yung Beef, Khaled, El Mini o Mon8bit, entre otros.
Los dos primeros, junto al productor barcelonés Steve Lean y Kaydy Cain –imprescindible escuchar aquí el remix de “Cuchara de palo” para entender el origen del trap formal en España–, crearían PXXR GVNG y revolucionarían la música española de los próximos años. Por supuesto no lo hicieron solos, aquí habría que sumar a gente como Pleito Searchers, Cecilio G, P.A.W.N. Gang, Malakay, o el posterior Nene Fresco. Pero esto da ya para otro capítulo, en el que entraremos en posteriores entregas.
Escrito por Al Sobrino
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