The Police

The Police y “Synchronicity”: asuntos internos

El último disco en estudio de The Police sigue despertando interés más de 40 años después de su compleja grabación. “Synchronicity” fue el mayor éxito comercial del trío, pero también selló su acta de defunción.

Por César Luquero

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Agente doble

The Police se infiltró en la efervescente escena musical británica de finales de los setenta con inteligencia, canalizando en sus canciones –casi todas firmadas por Sting– la inmediatez del pub rock, la energía del punk y el colorido rítmico jamaicano, aunque hubo algunos que arquearon la ceja ante su propuesta. Sting y Copeland eran un poco más mayores que buena parte de los músicos de dicha generación. Y Summers, nacido en 1942, era un veterano que en los años sesenta había tocado con pioneros como Eric Burdon o militado de forma pasajera en la escena experimental de Canterbury. La dote instrumental de la banda era mucho más sofisticada que la de sus coetáneos y las credenciales previas del trío apuntaban hacia géneros como la fusión jazzística y el rock progresivo: el anticristo punk, para entendernos.

No extraña, por tanto, que la aparición de The Police en el ecosistema del no future despertara suspicacias e incluso rechazo, pero los hitos que propulsaron su primer álbum a la zona alta de las listas británicas y les franquearon las puertas del mercado estadounidense –“Roxanne” y “I Can’t Stand Losing You”– abordaban abiertamente asuntos como la prostitución y el suicidio adolescente. Quién sabe, quizá tenían más calle de lo que parecía a simple vista.

En apenas tres años, The Police colocó sus discos –sumen al primero el estupendo “Reggatta de Blanc” (1979) y un tercero, “Zenyatta Mondatta” (1980), grabado a toda prisa para aplacar la voracidad del negocio– en la cima de las listas británicas. También trepó hasta el top 5 de Billboard y protagonizó una gira mundial, engrosando su repertorio con clásicos (muy) populares como “Walking On The Moon”, “De Do Do Do, De Da Da Da”, “Message In A Bottle” o “Don’t Stand So Close To Me”, todas ellas rubricadas por Sting. Los números sin duda cuadraban, pero el grupo necesitaba tomar un poco de aliento antes de afrontar el siguiente reto. Nada mejor que un retiro tropical a modo de bálsamo.

Bajo el volcán

Situada en el extremo suroriental del mar Caribe, la isla de Montserrat es uno de los territorios británicos de ultramar y debe su fe de bautismo a Cristóbal Colón. La explosiva naturaleza volcánica del lugar y su localización en una zona muy sensible al azote de los huracanes ha condicionado dramáticamente la vida de sus habitantes durante las últimas décadas, pero hace algo más de cuarenta años se convirtió en destino habitual de trabajo entre la aristocracia rockera internacional.

A mediados de los setenta, el productor discográfico George Martin –conocido por su estrecha relación creativa con The Beatles, nada menos– decidió construir un estudio de grabación residencial en la isla, en la que ya tenía casa. Materializar su idea le llevó un par de años, pero la tarea mereció la pena. Inaugurado en el verano de 1979, AIR Studios permitía registros con equipo de primer nivel en un entorno idílico y poco a poco fue atrayendo a grandes músicos a la isla. Estuvo operativo hasta 1989, allí grabaron también artistas como Elton John, The Rolling Stones o Rush, pero tras el devastador paso del huracán Hugo por Montserrat ya no volvió a funcionar.

The Police fueron de los primeros en utilizar sus servicios, grabando en él la mayor parte de su cuarto larga duración, el fantástico “Ghost In The Machine” (1981). Dispusieron de más tiempo que nunca para hacerlo, plasmando en él nuevas inquietudes sonoras y allanando el camino a un éxito todavía mayor, el que conseguirían con “Synchronicity”, que también fue registrado allí.


No tanta sincronía

Los tres miembros de The Police llegaron a Montserrat para grabar su quinto álbum a finales de 1982, después de un año dedicado a distintos proyectos personales. La relación entre Sting y sus compañeros cada vez iba a peor, especialmente con Stewart Copeland, y durante las sesiones del disco esas tensiones no dejaron de aflorar. Los insultos y peleas eran una constante y el productor Hugh Padgham, también presente en “Ghost In The Machine”, ha asegurado que “Synchronicity” existe de milagro. La cosa pintaba tan mal, que Andy Summers fue elegido embajador del grupo y acudió a la casa de George Martin a pedir intercesión en el asunto. Este tiró de flema británica y prefirió mantenerse al margen, pero les animó a aparcar sus diferencias para poder terminar el álbum, que al fin y al cabo era lo que les había traído hasta allí. La admonición del caballero Martin tuvo su efecto y, en febrero de 1983, The Police dio por terminadas las sesiones de su quinto LP.

Lo cierto es que el álbum es fantástico y contiene algunas de las mejores canciones del grupo. Es una obra dinámica en la que los tres músicos implicados están brillantes, con inteligentes aproximaciones a la leyenda de Fausto como “Wrapped Around Your Finger”, lecturas muy personales de “El cielo protector” (Paul Bowles, 1949) en “Tea In The Sahara” o hitos pop sobre la obsesión como la escabrosa “Every Breath You Take”. También incluye la magistral “King Of Pain”, inspirada en el fracaso del primer matrimonio de Sting, además de la desazón atonal de la psicoanalítica “Mother” por cortesía de Summers o una agradable pieza de aire reggae firmada por Copeland, “Miss Gradenko”.

Ni el éxito artístico ni el imponente desempeño comercial de “Synchronicity” lograron mantener unido a The Police. Sting inició su carrera en solitario en 1985 y, aunque en 1986 hubo un intento de reactivación de la banda con la vista puesta en la grabación de un nuevo disco, el trío se separó. Hubo que esperar algo más de dos décadas, hasta 2007, para volver a disfrutar de su potencia escénica en una gira mundial que terminó siendo la de mayor recaudación en dicho ejercicio.

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