El intenso regreso de Billie Eilish
Analizamos en 5 claves “Hit Me Hard And Soft”, el nuevo disco de la ídolo centennial
Con su recién lanzado tercer álbum, Billie Eilish sigue labrándose un camino propio y personal en el marco del mainstream. De entrada, “Hit Me Hard And Soft” no es, como tantos blockbusters musicales de hoy en día, una descarga casi inasumible de canciones: solo 10 de ellas para un total de 43 minutos. Analizamos todos los nuevos detalles de clase de Eilish.
1. El camino hasta aquí
¿Qué habías conseguido tú con 22 años? Poco importa; seguramente Billie te gane. En 2015 empezó a subir canciones a SoundCloud y con la tercera, “Ocean Eyes”, ya había empezado a sentar cátedra como baladista y a llamar la atención de los sellos. Junto a su hermano Finneas, su productor y ayudante en la composición, empezó pronto a esculpir un estilo muy distintivo a la vez que muy abierto: las voces podían ser desafiantes o seductoras o ambas cosas al mismo tiempo; en el santoral de influencias cabían el blues, el hip hop, la bossa nova y las bandas sonoras del Hollywood clásico. Tras el oscuro álbum de debut “When We All Fall Asleep, Where Do We Go?” (2019), sorprendió con la sensualidad madura de “Happier Than Ever” (2021), raro caso de buen disco sobre el éxito y la fama. Ya lleva en total nueve Grammys y un par de Oscars a la mejor canción (sus aportaciones a “Sin tiempo para morir” y “Barbie”); es la persona más joven con dos estatuillas.
2. Canciones de amor
En sus inicios, Eilish demostró poco interés por hacer canciones de amor. Lo suyo era escribir sobre el monstruo debajo de la cama, que era… ella misma, su peor enemiga. “¿Te quiero?” Mejor dicho: “Me odio”. Por eso sorprende que “Hit Me Hard And Soft” incluya un tema como “Birds Of A Feather”, declaración de amor épica con versos del estilo de: “Te amaré hasta el día que muera”. Bella hasta el Síndrome de Stendhal, recuerda a aquel EP (“True”) grabado por Solange con Blood Orange, cruce ideal del R&B alternativo con el pop de los ochenta.
Al otro lado, el paisaje después de la batalla (perdida): la narradora de “The Greatest” se lamenta por lo que pudo ser y no fue, rabiosa por el grado de displicencia que mostró alguien que seguramente no la merecía. “Blue”, cierre en forma de suite (cruce de las inéditas “True Blue” y “Born Blue”), empieza con versos sobre la imposibilidad de olvidar un amor. De no querer cantar sobre el tema, Eilish ha pasado a hacerlo con la intensidad de pocas y pocos hoy en día.
3. Una producción ensoñadora
A veces saca a relucir su tono más gamberro, como en la pegadiza y uptempo “Lunch” o la irónica “L’amour de ma vie”, con giro hyperpop inesperado a lo Charli XCX. También hay espacio para la catarsis, como el desenlace gozosamente over-the-top de “The Greatest”. Pero la artista canta aquí sobre todo con una delicadeza extrema. Su voz es, a veces, casi una capa más en una producción ensoñadora pero con sutiles aristas, cargada de detalles electrónicos y apuntes de idiosincrasia. De nuevo hay que incidir en la magnífica “Blue” como muestra de las grandes ambiciones sónicas de Billie y Finneas: tras una fase de pop directo, el corte se traslada a los terrenos de la balada de cámara sobrenatural; por su mezcla de beats helados con cuarteto de cuerda, se diría influido por el “Homogenic” de Björk.
4. Letras más universales
La apertura, “Skinny”, casi parece salida de “Happier Than Ever”: de nuevo, el estrellato es el tema principal. La fama y todo lo que conlleva, del peso de las expectativas a la pesadez de las redes sociales, con su fijación en la imagen: “La gente piensa que parezco feliz/ porque me he quedado delgada/ pero la antigua yo sigo siendo yo y quizá la verdadera yo/ y me parece guapa”, canta Eilish.
Por lo demás, las letras de “Hit Me Hard And Soft” tienen menos referencias personales y parecen casi, casi intentos de componer futuros estándares, canciones de las que cualquier artista se pueda apropiar sin la sensación de vestir ropas ajenas. En la groovy “Lunch” habla de zamparse a una chica de almuerzo, pero parte de ella la compuso antes de tener experiencias físicas con otras mujeres. En ella habla de una tal “Claire”, y hace poco se ha hecho amiga de Clairo (Claire Elizabeth Cottrill), pero todo parece un poco casual. Parece más saludable estudiar su talento para comprimir sentimientos complejos en pocas palabras que dedicarse a estudiar posibles pistas sobre su vida privada.
5. Un álbum-álbum
En un movimiento similar al de Dua Lipa y en contraste con lo ofrecido por otras grandes estrellas en los últimos tiempos, Eilish propone aquí, como decíamos, solo diez canciones. Nada de hacer un disco eterno que haya después que trocear en iTunes para crear una versión superior, más corta, por supuesto. Nada de bonus tracks repartidos por diversas ediciones con portadas diferentes. Nada de eso, solo un disco como un bloque.
Ninguna de las citadas diez canciones llegó a nuestras vidas en forma de avance. “Quiero dároslo todo a la vez :PPP”, escribió la estrella en Instagram. En tiempos que invitan a la fragmentación y la distracción, ella nos recuerda la necesidad de dedicar nuestra atención a una sola cosa durante un cierto margen de tiempo. Y, a ser posible, dedicársela más de una vez, aunque quizá los fans más insaciables estén haciéndose ya la pregunta que suena al final del disco a modo de chiste: “Así que, ¿cuándo puedo escuchar el siguiente?”.
Foto: Petros Studio
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