Manual para las rupturas según shego
Definitivamente asentadas como trío, Maite, Raquel y Charlotte toman la senda de la crudeza en “No lo volveré a hacer”, un disco sobre caerse, llorar… y levantarse
El fin del amor marca el que es el segundo trabajo de shego tras confirmar, con “SUERTE, CHICA” (2023), que el ruido que las acompañó desde el primer momento también venía llenito de nueces. “No lo volveré a hacer” las ve potenciar su faceta rockera, la crudeza y la inmediatez, y desnudarse de los excesos innecesarios: aquí la guitarra, la batería y el bajo son los vehículos fundamentales, y con ellos –y junto a Raúl Pérez y la productora de los británicos Sorry, Asha Lorenz– emprenden un viaje de negación, ira, ansiedad, culpa, aceptación, nostalgia y sanación que recorre también muchos de los estados de la fórmula alt-rock británica de los 90. Lo desgranamos.
Superando una ruptura
El caos que muchas veces –siempre– acompaña a las rupturas, esa extraña paradoja del afecto en la que se contraponen esa pulsión por no dejar ir y la necesidad imperiosa e interna de liberarse y empezar de cero –ni contigo ni sin ti, que decían U2–, marca de principio a fin “No lo volveré a hacer”. No solo en lo conceptual, con letras que van de la negación depresiva de “Un secreto” a la aceptación también un poco bajonera de “Aunque duela” o a ese nuevo amanecer en una misma que es “arghhHhh!”. También en lo musical, con temas que oscilan entre la suavidad y la urgencia (“La fiesta”, o una “Curso Avanzado de Perra” que luce oscuridad post-punk emulando el “Shadowplay” de Joy Division), entre el rugido (“Mantra”) y la intensidad (“BACKSTAGE”); que se contradicen entre sí. Lo típico que dices que no lo volverás a hacer… y lo haces. ¿Qué seríamos los humanos sin nuestros errores?
Un sonido más crudo…
Desde que irrumpieron en el panorama madrileño en plena oleada pandémica, shego han tocado bastantes palos, y han ido arrimándose en lo que descubrían su sonido a un indie rock más clásico, al indie pop que tanto funciona en la capital y en los festivales de nuestro país… incluso han jugado al club y a las bases electrónicas gracias a compañeros de generación –y sobre todo circuito, con el alternativo cada vez más ilimitado– dispares como DRUMMIE, que les produjo el que aún aguanta como uno de sus grandes hits, “steak tartar”. Pero en su nuevo álbum, de algún modo, se encuentran, y apuestan por una fórmula más minimalista y desnuda que se viste con un ruido de rock alternativo sin grandes ambiciones, concreto y muy representativo de la normalidad atribulada que viven sus autoras. Vivir ya es suficientemente complicado y ya se comen demasiado la cabeza con sus cosas, así que shego, para liberarse, apuestan por el rock and roll –bueno, sin el roll, pero ya me entiendes…–.
… y orientado al directo
Además, “No lo volveré a hacer” captura la energía más fresca del grupo, y ordena, sin perder el filo caótico, muchas de las cosas que suceden en su directo. Por eso han renunciado a los samples y a cualquier elemento del que no puedan hacerse cargo en el escenario. Y por eso han contado con un productor como Raúl Pérez, con el que han refinado todo el material de las demos en La Mina, picando piedra, y con el que ya habían trabajo en “SUERTE, CHICA”. Pero también con Asha Lorenz de Sorry, que ha mantenido esa tensión ansiosa que es tan generacional y que no se pierde en ningún momento del metraje. La productora británica también ha sido fundamental para aportar cierto punto de locura: los elaborados coros, algunas distorsiones, temas como “La fiesta”, riffs jamesbondianos o esa sensación de que los géneros del alt rock británico de los 90 se filtran hoy como en la vorágine de un sueño.
Mis amigas suman más que mis exnovios
Casi siempre que el error amenaza con hacerse más fuerte, shego recurren a sus amigas. Se apoyan entre ellas cuando echan de menos el dolor causado, cuando nada parece ir a mejor, cuando todo son nubes negras. Se miran al espejo, se sienten guapas, quedan y se comen la noche, y siguen sosteniéndose en los lunes de bajona. Pero además rockean, y hacen escena: en “(es posible)” incluyen en los créditos a diecinueve bandas de la nueva hornada de guitarras, de Alavedra a Repion pasando por Casero, Las Dianas o Interrogación Amor. Y no tienen por qué colaborar realmente: lo importante es que están, es poder contar con ellos si algún día hiciera falta. De eso va la amistad.
El apartado visual
La sesión de portada, realizada por Adri Cuerdo –el compi de piso de Raquel–, deja claro desde el primer momento que el humor es irrenunciable para shego. Apuestan por el feísmo, se visten de monjas con un hábito de color rojo pasión y bromean muy en serio: está el mercado como para meterse a monja, la verdad. Y si nos metemos juntas pues mucho mejor, ¿no?
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