LADY GAGA

Las diez mejores canciones de Lady Gaga

Antes de su doble visita a Barcelona, hacemos un recorrido por las canciones que definieron la carrera de Lady Gaga y transformaron el pop: de la euforia de la pista de baile al drama cinematográfico.

| Por Álvaro García Montoliu

Lady Gaga ha construido su carrera sobre el exceso, la teatralidad y la reinvención constante. Desde sus inicios, ha desafiado las reglas del pop con un enfoque maximalista que combina provocación, espectáculo y melodrama. A lo largo de los años, su discografía ha oscilado entre la electrónica vanguardista, el rock bombástico, el jazz clásico y el house eufórico, siempre con su distintiva marca de dramatismo. En esta lista, que hemos confeccionado con motivo de su visita a Barcelona el 28 y 29 de octubre, repasamos sus mejores canciones: himnos inmortales que definieron una era, experimentos que desafiaron expectativas y momentos de pura magia pop.

10. Abracadabra

Si “Abracadabra” se convirtió en un hit instantáneo fue por su retorno a la teatralidad de la etapa imperial de Gaga, un delirante conjuro que se recreaba en su propia absurdez. Con sílabas sin sentido escuela “Bad Romance” –“Amor-oo-na-na”, “Morta-oo-ga-ga”– y su imaginería católica camp, se siente como un ritual, como un conjuro. El video, un suntuoso espectáculo de dualidades (la Gaga pura y la perversa), rememoró sus mayores obras visuales. Más de 15 años después de “Bad Romance”, Gaga demostró que aún podía conjurar magia y hacer que el pop se sintiera sobrenatural.



9. Perfect Illusion

Cruda, sin pulir, casi desquiciada, “Perfect Illusion” fue como si una corriente eléctrica sacudiera todo tu cuerpo. Coproducida con Mark Ronson y Kevin Parker de Tame Impala, fue una fusión de disco y garage rock, pura distorsión y desesperación. El controvertido cambio de nota se sintió como una ruptura en el ADN de la canción, un grito primordial de frustración. Muchos la encontraron alienante, pero esa era la clave: era desamor en su forma más cruda.



8. Shallow

En el momento en que Ally toma el micrófono en la película “A Star Is Born” (Bradley Cooper, 2018), “Shallow” se convierte en leyenda. Su ritmo pausado, su estribillo explosivo y potente: todo es un artefacto perfectamente diseñado para ser icónico. Y vaya si lo lograron. Gaga, despojada del artificio, del personaje, del maximalismo pop, ofreció algo primitivo, algo crudo. La canción trascendió su momento cinematográfico, convirtiéndose en un clásico, una balada poderosa para una generación que rara vez se permite tanta sinceridad.



7. Alejandro

Tras su lanzamiento, “Alejandro” parecía una boutade: un canto fúnebre eurodance con tintes ABBA y una afectación falsamente española. Pero, con el tiempo, ha acabado convirtiéndose en uno de los singles que mejor ha aguantado el paso del tiempo. Con sintes funerarios, la canción habla sobre un romance condenado al fracaso, con una euforia melancólica que remite a Ace Of Base. El videoclip es una cosa: un pastiche de iconografía católica, militarismo homoerótico y referencias a Madonna apiladas una encima de otra. “Alejandro” era absurda, excesiva y completamente embriagadora.



6. Rain on Me

Esto es música house destilada a su esencia emocional más pura. En “Rain On Me”, Gaga se despojaba de su armadura performativa, abrazando la catarsis. Junto a Ariana Grande, comprimió el arquetípico clásico de club de siete minutos en tres minutos de pura euforia. Era una canción de resiliencia y de liberación, un recordatorio de que la supervivencia no tiene porqué ser una batalla, que bailar también puede ser una forma de curar heridas. Lanzada durante los días más oscuros de 2020, “Rain On Me” acabó convirtiéndose en un rayo de esperanza, en un momento de trascendencia colectiva cuando más lo necesitaba el mundo.



5. Applause

Si “Born This Way” (2011) fue la culminación de la sinceridad de Gaga, “Applause” fue su cínico contrapunto. Un comentario autorreflexivo sobre la relación del pop con la fama y la validación que se sentía a la vez triunfal y vacío, y con unas florituras teatrales que hacían que la canción pareciera casi carnavalesca. El videoclip, dirigido por Inez & Vinoodh, con su absurdo artístico, reflejó a Gaga en su faceta más posmoderna, cambiando personalidades a una velocidad vertiginosa. “Applause” no era solo una canción: era una provocación, un guiño pícaro a un público desesperado por más.



4. The Edge of Glory

Inspirándose en el fallecimiento de su abuelo, “The Edge Of Glory” maquilló sus temáticas oscuras con una euforia bañada en neón. La canción es a partes un canto a la pérdida personal como un himno a la mitología rock and roll. Su enfoque es claramente springsteeniano, tanto es así que hasta aparece por ahí el saxo de Clarence Clemons en un solo grandilocuente que planea en la atmósfera como el espectro del pasado de la E Street Band. Su presencia deja aún más huella sabiendo que un mes después del lanzamiento del single el saxofonista moriría. En definitiva, una carta de amor a los ochentas más bombásticos, un himno para la última noche en la tierra.



3. Paparazzi

A diferencia de cualquier otra canción de “The Fame” (2008), “Paparazzi” retrataba la fama no como un vodevil de exceso sino como un thriller erótico convertido en película de terror. Las letras de Gaga tejían juntas el amor, el voyeurismo y la obsesión stalker, reclamando al objeto de su obsesión a someterse a sus fantasías. La producción de Rob Fusari tenía guiños a Timbaland, pero le despojaba de su característica exuberancia, dejando solo un minimalismo frío y palpitante. El vídeo de siete minutos de Jonas Åkerlund, donde Gaga envenena a su amante, la consolidó como la meta comentarista del pop por excelencia. Después llegó su sangrienta actuación en los VMAs, donde redefinió lo que significaba ser una estrella del pop en la era de las redes sociales: no solo consumida, sino devorada.


2. Born This Way

Gracias a “Born This Way”, Gaga se posicionó como una figura mesiánica dentro del pop, una liberadora de los inadaptados. Sobre un punzante beat que mezcla Moroder con Springsteen, la estrella entregó un manifiesto al amor propio que se sentía a la vez bombástico y sincero. Algunos críticos amargados dijeron que era su manera de su propio “Express Yourself”, pero Madonna nunca hubiera sido tan directa en su mensaje. En 2011, bailar esto en una discoteca parecía como una misa bajo la bola de espejos. Le pese a quien le pese, este mayúsculo hit definió la siguiente década del activismo pop: honesto, explícito e implacable.



1. Bad Romance

Si “Just Dance” y “Poker Face” presentaron a Lady Gaga al mundo como una provocadora pop neo-Warholiana, “Bad Romance” acabó siendo su obra maestra, el momento de realización colectiva en la que todos vimos que estábamos ante una fuerza capaz de definir eras. La Germanotta pasó del eurodisco de sus primeros hits a algo grandioso, grotesco y operático. Esas sílabas sin sentido –“Ra-ra-ah-ah-ah”– no eran solo un estribillo, parecían un ritual de invocación a la nueva reina bruja del pop. “Bad Romance” es todo exceso, agonía, moda y catarsis. Su videoclip, dirigido por Francis Lawrence, es surrealismo de alta costura de lo más estridente, con modelos enfundados en latex convulsionando y Gaga siendo vendida como esclava.




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