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El inesperado “comeback” de Kings Of Leon

La banda vuelve a divertirse y, lo más importante, divertirnos en “Can We Please Have Fun”, su noveno disco. Lo analizamos en cinco claves

Por Juan Manuel Freire

Después de una década de luchas internas y discos poco escuchados, Kings Of Leon vuelven a divertirse y, lo más importante, divertirnos en “Can We Please Have Fun”, noveno disco con un puñado de canciones inspiradas. Analizamos el inesperado “comeback” en cinco claves.

1. Del cielo al semiolvido

Para los no iniciados, Kings Of Leon es una banda rock formada en Nashville, Tennessee, por el carismático Caleb Followill (voz, guitarra rítmica), sus hermanos mayor (Nathan, batería) y pequeño (Jared, bajo) y uno de sus primos (Matthew, guitarra). Al principio de su carrera se hicieron querer llevando el rock sureño (Lynyrd Skynyrd, The Allman Brothers) en efectivas direcciones garajeras y, después, sobre todo en vivo, muy musculosas, ideales para funcionar en grandes estadios.

La banda tocó techo popular con “Sex On Fire”, del álbum “Only By The Night” de 2008, el mismo que incluía “Use Somebody”, mejor grabación del año según los Grammy entregados en 2010. En otoño de ese mismo año publicaron un disco, “Come Around Sundown” (2010), que rebajó un poco el hype a su alrededor. El crudo “Mechanical Bull” (2013) fue mejor recibido, pero “Walls” (2016) y “When You See Yourself” (2021) llamaron poco la atención. Que ahora entreguen un disco tan efectivo es una sorpresa incluso para sus fans más incondicionales.


2. Homenaje a su madre

En septiembre de 2021, los hermanos Followill sufrieron el duro golpe de perder a su madre, Betty Ann Murphy, su fan número uno, su principal animadora, alguien que siempre vio algo especial en ellos y sabía que el mundo lo acabaría viendo. Cuando, al año siguiente, desde la compañía de management les propusieron celebrar el 20º aniversario de “Youth & Young Manhood”, su debut de 2003, rehusaron la idea. Todavía estaban digiriendo la pérdida, tratando de hacer algo interesante con ella. Según Jared, la muerte de Betty Ann fue como “un sacrificio”, ha dicho en entrevista con el Telegraph. “Hizo que todos nos acercáramos entre nosotros y que nos convirtiéramos en mejores personas”.

Caleb, según ha dicho en Esquire, aprendió a llorar, algo que sus abuelos nunca le habían dejado hacer. Luego pensó en hacer un homenaje a su madre con el próximo disco. Pero no componiendo grandes canciones sobre perder a tus seres queridos, sino escribiendo grandes canciones, a secas; las mejores posibles.


3. Volver a divertirse

La banda cortó lazos con su sello de siempre, RCA Records, e inició lo que parece un nuevo comienzo. Reclutaron al productor Kid Harpoon, mago pop de Harry Styles o Maggie Rogers, y se encerraron en un estudio de Franklin, Tennessee, decididos a pasarlo bien y a ser la mejor versión posible de sí mismos, tanto en lo personal como en lo artístico.

Y así, cuando creíamos que igual no queríamos más discos suyos, nos sorprenden dándolo todo en lugar de, digamos, un 75%. Las melodías son emocionantes, sobre todo las de la inicial “Ballerina Radio”, “Actual Daydream” o una “Nothing To Do” que remite a la fiereza de sus inicios. Dicen haber escuchado mucho a IDLES, y algo de ellos queda en las guitarras post-punk del tremendo single “Nowhere To Run”. Pero es que hasta las baladas son buenas: ahí queda algo como “Split Screen”, reminiscente de los U2 más quietamente épicos o, sobre todo, The War On Drugs.


4. Letras más vulnerables

A nivel de letras, Caleb se ha olvidado de poblar los temas de figuras de tipos duros. Sobre todo, se parece escuchar al propio artista en fase vulnerable. En “Ballerina Radio” se autoflagela a base de bien: “Todos los libros que no aprendí a leer/ Esos sobre detectives siguiendo pistas/ Hombres más sabios que yo, todos filosofan”. Sorprenden la ternura y fragilidad de algo como “Ease Me On”: “Tranquilízame/ cuando estés lista, estaré preparado, listo, ya”. A la altura de “Split Screen”, con referencias a medicaciones, obligaciones e hiperventilaciones, se advierte claramente que Kings Of Leon han llegado a la mediana edad. Pero esta madurez les sienta bien.


5. El libro inspirador

No podemos irnos de aquí sin hablar de cierto libro: “El camino del artista”, de Julia Cameron, especie de manual de autoayuda creativa que ha servido a gente como Martin Scorsese y Alicia Keys. La cuñada de Caleb se lo había regalado a su esposa, que lo leyó y se lo pasó. Acabó enganchado a sus ideas, sobre todo a la propuesta de escribir unas páginas por la mañana para aclarar tu mente y enfocar el día con determinación. “Durante mucho tiempo, me despertaba y era todo estrés, estrés, estrés”, ha contado Followill a Esquire. “Y me llevaba un tiempo superar todo eso. Pero con esto, en cuanto escribo un par de páginas por la mañana… No es que todo el estrés del mundo se vaya, pero te sientes como si pudieras abordarlo”.

Antes de grabar el disco, regaló una copia del libro a cada miembro del grupo con todo el entusiasmo del mundo, casi como si él fuera el autor. Lástima que, al parecer, no todos llegaran al final. Y aún así… han grabado el disco que han grabado.


Foto: Capitol Records


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