Judeline debuta en largo con “Bodhiria”
La artista gaditana revela nuevos matices en su primer álbum. Lo analizamos en cinco claves
La excitante propuesta de Lara Fernández Castrelo, alias Judeline, mezcla de pop, R&B, trap, flamenco y sonidos árabes, revela nuevos matices en un primer álbum de poderes extraños. “Bodhiria” nos lleva de viaje a otra dimensión, a una especie de limbo donde la realidad deja espacio al universo onírico de la artista gaditana, aquí apoyada con verdadera ambición por los productores Tuiste y Mayo. Exploramos el lanzamiento desde cinco ángulos.
1. El camino hasta aquí
Crecer en un lugar donde no pasa casi nada puede ser una bendición. Portishead se llaman así por la pequeña ciudad costera cerca de Bristol donde creció su miembro Geoff Barrow, “increíblemente deprimente y cerrada de mente”, en palabras del susodicho. Y miren qué clase de discos ha lanzado Barrow con esa banda.
Según ha explicado en alguna entrevista, Lara Fernández Castrelo, alias Judeline, también se aburrió un montón durante su infancia en Barbate (Cádiz) y, más en concreto, Los Caños de Meca. Pero eso le permitió desarrollar un mundo propio interior que, con el tiempo, convertiría en pop absorbente y onírico, nutrido de las influencias más diversas, empezando por la de su padre, cuyo tema favorito (“Hey Jude”, de The Beatles) inspiraría el alias artístico con que la conocemos: Judeline.
Muchos la descubrieron a través de Alizzz, quien la invitó a cantar “Rota” en el EP “Desclasificados” (2020), pequeña plataforma para nuevas voces. Dos años después, ya tenía EP propio (“De la luz”) en Sonido Muchacho; solo un año más tarde, fichaba por nada menos que Interscope, cuatro años después de haberlo hecho Bad Gyal. En ese 2023, además de los singles “Canijo” y “2+1”, se marcó una colaboración en el disco “DATA” de Tainy, “si preguntas por mi”, con Kris Floyd.
2. Refinamiento sonoro
En su esperado “Bodhiria” no suenan los últimos singles citados, pero sí los más recientes “mangata” e “INRI”, que avanzaban un espectacular refinamiento de su combinación de pop, R&B, trap, electrónica, flamenco y sonidos y melodías árabes. En el caso de “INRI”, además, se cuela el folclore venezolano en unos coros que Judeline usa como guiño a la música llanera.
Escuchando el repertorio, son tentadoras (y, seamos sinceros, lógicas) las comparaciones con Rosalía, pero Judeline se erige también como una especie de Caroline Polachek andaluza, tanto por el eclecticismo de sus influencias como por esas melodías vocales a menudo serpenteantes, a veces con vistas a lo místico. Enredándose en su voz, las producciones espaciosas de Tuiste y Mayo, que se han encargado de la integridad del disco, apoyados puntualmente por Drummie (tuvo mucho peso, ha dicho Judeline, en la parte de flauta de “mangata”), Rob Bisel, Louise Amoeba, Ralphie Choo o Rusowsky.
3. El concepto
¿Pero quién es Angel-a, acreditada en el corte de apertura “bodhitale”? Pues ella misma, o mejor dicho, el alter ego que Judeline se ha creado para el álbum. “Canto desde ella todas las letras del disco y es un alter ego que realmente también es parte de mí”, explicaba hace poco en entrevista(s) con ‘Rolling Stone’. Vive en Bodhiria, una especie de no lugar, “un limbo en el que ella está atrapada y vive su realidad y su conexión con el mundo real a través de él”.
Es Angel-a quien habla en la parte inicial de “bodhitale”. Para ser precisos, habla con su amado, que está en tierra, “a través de una parálisis de los sueños y a partir de su fase REM de ese lugar”. Ella dice que se ha ido (“había algo más brillante al otro lado que me atrapó/ Y ahora por siempre estoy lejos de ti”) y que mientras su alma esté en este limbo, él le pertenece a ella. Judeline se sirve de ideas etéreas para hablar de temas terrenales, como la separación, la toxicidad o la idealización y lo que conlleva.
4. Los videoclips
“Quizá esto es un poco controversial, pero me siento más identificada con Andalucía que con España”, dijo en entrevista con EFE el pasado julio. Según ella, los recientes vídeos de “mangata” e “INRI”, ambos dirigidos por Nono Ayuso y Rodrigo Inada, son un intento de representar la cultura de la que proviene sin caer en el cliché. El de “mangata” parece una revisión de “La semilla del diablo” en la que se mezclan espiritualidad y raves. La iconografía religiosa reaparece en “INRI”, con Judeline como una novia con corona de espinas que se pasea por el Alcázar de Jerez y el patio estilo árabe del Colegio Montaigne, seguida de cerca por mujeres con hábito negro.
5. El espectáculo
En una entrevista de este año con Infobae buscaba en el baúl de los recuerdos y encontraba la primera ocasión en que se subió a un escenario: “Fue en un festival de mi pueblo en el que después cantaba Leticia Sabater”, admitía. También recordaba cómo fue su primera actuación en Madrid, en una sala cercana a la estación de Chamartín de cuyo nombre no se acordaba del todo: “El técnico de sonido estaba buscando tutoriales en YouTube”.
La amenaza del amateurismo queda, por suerte, cada vez más lejos. Judeline prometía en la misma entrevista con “Rolling Stone” un nuevo show “performático”, con “fechas muy bonitas en lugares muy especiales”. A finales de septiembre anunció los primeros conciertos de la gira. Los tres primeros, este mes de noviembre, tendrán lugar lejos de casa, en Bruselas (día 3, Cirque Royal Club), París (4, Pitchfork Festival) y Londres (5, The Lower Third). Ya en enero podremos verla en Bilbao (10, Santana 27), Zaragoza (11, Oasis Club Teatro), Madrid (25, Circo Price) y Sevilla (31, Pandora Sevilla). El resto de fechas las tienes aquí.
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