Entrevista a Triángulo de Amor Bizarro
El grupo ha sacado uno de los mejores discos españoles del año
Como en las grandes ocasiones, el grupo al completo –Rodrigo Caamaño (voces, guitarras), Isa Cea (voces, bajo), Rafael Mallo (batería) y Zippo (teclados, sintes)– se sienta en torno a la mesa de una clásica cafetería de Madrid. Han llegado hace apenas un par de horas de Galicia y hoy les espera una tarde intensa: encuentros con periodistas, sesiones de fotos y hasta grabar un pódcast.
Con su sexto álbum, “SED” (Mushroom Pillow, 2023), la banda cierra un círculo al mencionar el tema “De la monarquía a la criptocracia”, su mayor éxito hasta la fecha con más de tres millones de escuchas en Spotify y que fue publicado dentro de su segundo LP, “Año Santo” (Mushroom Pillow, 2010). Se trata de la letra de “Cripto hermanos”, rotundo tema de guitarras distorsionadas y arreglos ambientales donde Caamaño canta el verso “de la criptocracia a los cromos del FIFA”. “Verdaderamente, es un verso fatalista, porque los malos de antes eran malos, pero los de ahora… cutres. Es un tema sobre esas corrientes absurdas de internet: cibersectas, adoradores de millonarios locos… La criptocracia consistía en ocultar cosas, hacía falta crear todo un sistema para darle forma, pero ya no hace falta ni eso. En los ochenta era una de las zonas más subdesarrolladas de Europa y la gente luchó… Pero ahora parece que hay que nacer derrotado sin más”, explica Caamaño, que ya tiene 45 años y puede decir eso de que ha vivido cosas.
Pero no puede ser el desencanto lo que mantiene unida después de más de quince años a una banda que ya tuvo su crisis existencial particular tras el significativo debut “Triángulo de Amor Bizarro” (Mushroom Pillow, 2007). Estuvieron girando sin parar meses y meses, con cambios en la formación (fueron trío, quinteto, etc.) y, según ellos mismos contaron, peleas internas y un gran bloqueo creativo. De hecho, no volvieron a grabar hasta tres años después de su primer disco, aunque la espera mereció la pena: “Año Santo”, como contábamos un poco más arriba, aún hoy, contiene algunos de sus temas más conocidos y reclamados por sus seguidores en los directos. Con ese disco, además, recibieron el premio IMAS en México a la mejor banda española (unos galardones ya desaparecidos). Y ganaron, en los Premios MIN otorgados por la Unión Fonográfica Independiente, los de mejor álbum del año y mejor directo.
“Creo que lo que nos mantiene unidos es el hecho de sentir que somos una banda, codependientes unos de otros, y de hacer esto con cierto compromiso. Además de que no fue una cosa fácil lograr lo que tenemos, porque nos costó unos años llegar a la estabilidad. Nos une, en esencia, poder seguir haciendo canciones juntos”, comparte Cea. “A mí el rollo de los grupos siempre me llamó, es algo mágico. Tiene otras connotaciones a ser un solista: aquí todos aportan”, dice Caamaño, cuyas palabras provocan que Mallo se estrene en la conversación: “El hecho de que alguien a tu lado haga las cosas de una manera te hace a ti ir a más, porque creo que por ti mismo no te esforzarías de la misma forma. Se crea una corriente que te empuja a seguir y a avanzar”, dice.
Si algo llama la atención en “SED”, producido por Carlos Hernández (Los Planetas, Carolina Durante, Los Enemigos…) y grabado en el estudio que Caamaño y Cea construyeron en su casa de la aldea de Boiro, provincia de A Coruña, donde viven como pareja, es la riqueza de las melodías y la presencia de más pasajes vocales. Claros ejemplos serían el segundo single, “Estrella solitaria”, que ellos han calificado como el tema pop del disco, “La espectadora” o “La carretera”. Para tranquilidad de los fans, los ambientes densos y distorsiones muy abiertas siguen siendo protagonistas, sin ir más lejos en el tema que ha dado nombre al disco o el primer sencillo, que lanzaron en primavera, “Estrella antivida”.
“Nuestra banda va de hacer canciones. Y, cuando nacen, arrancan siempre desde una melodía de voz o un instrumento. Y todo se construye a partir de ahí. La voz es para nosotros un contrapunto a la música, que suele ser más densa. Yo siempre he pensado que somos un grupo de pop-rock y de hacer canciones. Eso es lo que nos agarra a no hacer simplemente progresiones y ruido. Todo está basado en la canción y en la emoción que transmite. Ese es el objetivo y ese es el punto clásico que tenemos. Luego, ya en la música, puedes construir lo que sea, pero la canción tradicional está ahí”, dice Caamaño.
Ese “clasicismo” puede ser la causa de que la primera sensación al escuchar el disco remita a los años ochenta y a grupos que, entonces, también trabajaban sobre canciones como Golpes Bajos, Aerolíneas Federales u Os Resentidos. Siempre se habla de Sonic Youth o de The Jesus & Mary Chain como referentes, pero hay un tercer vértice en la figura y está ahí, en la movida viguesa de principios de los ochenta. “Lo que tenemos en común con esas bandas gallegas que mencionas es que eran grupos de amigos que se juntaban para hacer canciones porque les gustaba mucho la música que hacían otros grupos y, a partir de ahí, iban desarrollando una identidad única. Eran grupos que tenían sus rarezas, su personalidad, y la desarrollaban. Y eso es lo que intentamos nosotros”, dice Caamaño. “Compartimos también ese estar en la periferia y que hemos podido transformar las influencias en algo propio sin la presión de estar en ciudades como Madrid o Barcelona. Hay una personalidad más definida, creo, pero no es algo premeditado. Desde dentro no lo notamos tanto”, acompaña Cea. “Internet y los mercados intentan domar lo diferente para homogeneizar. Se quiere que seamos parecidos entre todas las bandas, para que sepan mejor cómo nos comportamos. Para mí la música es lo opuesto porque es una transmisora de tu propia individualidad. La música, si no tiene eso, es solo matemática y actúa como un mero generador de sonidos”.
El tema de la personalidad musical lanza a Rodrigo y a Isa a una reflexión conjunta a dos voces sobre su banda y sobre las emociones que se han concentrado en este nuevo trabajo. “Nosotros nos inventamos qué significaba ser un grupo. No había referentes cercanos alrededor. No había una escena. Fue algo natural. Teníamos las referencias de algunos grupos del pasado, pero yo recuerdo ensayar cuarenta minutos tocando una nota porque no sabía tocar más. Pero lo flipábamos. Era algo atávico, ancestral”, dice ella. “Si conseguía una emoción, si yo lo siento al tocarlo, sigamos por ahí. Esa era la búsqueda. En el camino, claro, hemos aprendido y con más herramientas eres más consciente de lo que haces. En este disco hemos vuelto un poco a esas sensaciones primigenias y a ese rollo fundacional del grupo. ‘Año Santo’ fue así: nota, pedal, dos acordes y misma disonancia todo el disco… Pero sin saberlo. En ese disco encontramos algo en lo que nos sentíamos cómodos, pero por pura intuición y donde desarrollar una personalidad. Con ‘SED’ hemos recuperado esa sensación”, confiesa él.
Oficialmente, “Sed” “es un disco sobre la búsqueda del éxito, la fama y el poder, la soledad en la cima, los buenos momentos y la inevitable decadencia de unos personajes que podrían ser tú. Lo cierto es que lo que subyace es cierto miedo al paso del tiempo, a envejecer. “Eso es. Porque eso es lo que más miedo da a un grupo. Una banda de rock se evapora tan rápido… brillas un momento… y luego ¿qué? Eso es lo que más miedo da. Creo que lo que buscas es mirar atrás y sentirte satisfecho de que lo hiciste, de que montaste una banda. Y lo mejor es que seguimos tocando. Y nos sigue gustando hacer canciones. Pero también está el momento que llega a muchos de querer hacer un disco y no poder. En ese momento, supongo, no hay vuelta atrás. Y eso da miedo. Por eso, grupos como Los Planetas o Surfin’ Bichos son una inspiración. Si algo te gusta, que dure. Especialmente algo como la música, que es infinita. J o Fernando Alfaro son artistas de verdad porque lo son por elección”, afirma Camaaño.
La publicación de este nuevo álbum ha impulsado una gira prolongada durante todo este año y parte de 2024. En octubre actúan en Gijón (20) y Boiro (28), mientras que en noviembre harán escala en Burgos (3), México DF (11), Bilbao (23), Pamplona (24) y en diciembre recalarán en Tarragona (1), Lleida (2), Zaragoza (15), Vitoria (16) y Madrid (29).
En esa lucha contra el paso del tiempo, quizá buscando mantener vivo vuestro legado, habéis incluido en el disco “Dinosaurio”, tema que aparece firmado también por vuestro hijo de tres años.
Isa: Nuestro hijo Roi tiene tres años. Compuso la melodía de la que nació la canción. Es un tema sobre el que estuvimos hablando y dando algunas vueltas: hay una batería rítmica y queríamos el ruido del dinero cayendo. La imagen que nos inspiraba era la de un “dinosaurio” del rock revolviéndose en una piscina de oro. Carlos Hernández dijo a Roi: “Vente y escucha esto”. Le puso una base de batería y le dijo que se imaginase que venía un dinosaurio. Pero de los de verdad. Entonces, Roi tocó en el teclado unas notas muy graves. Con esa canción se vuelve loco: la entiende, la visualiza.
El resto de la banda no tiene hijos, pero dar a luz un disco temático sobre lo que supone ver el paso del tiempo subido a un escenario es también una experiencia bastante trascendente. ¿Cuál fue el germen de “SED”?
Rodrigo: La primera canción fue “Estrella solitaria”. No fue premeditado el hacer un disco temático, pero fue saliendo a medida que escribíamos canciones. La pandemia también nos colocó como observadores de nuestra propia vida, fue un freno. Entonces, piensas en todo: en lo que fue, en lo que va a volver a ser… No es un disco de pandemia, pero sí que la reflexión inicial tuvo lugar en ese momento. También este disco ha sido posible por tener nuestro propio estudio de grabación en casa. No era entrar al estudio con maquetas, sino que podíamos improvisar, grabar, ir guardando piezas… Y luego ya con ideas o bocetos de canciones, empezamos a trabajar en el álbum. Antes de entrar a grabar, cuando alquilas un estudio, sueles tener las cosas ya muy quemadas para no agotar horas con experimentos. Con tu propio estudio, es el método ideal para grabar. Cuando quieras, cosas que te valen o no, y no tienes que repetir… Las sesiones de grabación fueron mucho más largas y Carlos Hernández bajó todas las veces que necesitamos.
Sorprendentemente, no hay rastro de una experiencia que, a priori, tuvo que ser increíble como banda: abrir para My Bloody Valentine en México en septiembre de 2013.
Isa: Es que nunca ocurrió, pero no lo queremos desmentir por si alguna vez aparece alguien diciendo que estuvo allí (risas). Estaba la fecha fijada, pero la semana antes ellos cancelaron el concierto.
Hablando de directos, da la sensación de que este disco no va tanto de los decibelios, una característica clásica hasta ahora de vuestros conciertos…
Rafael: ¡La idea es tocar para reventar oídos! (risas).
Rodrigo: Los primeros discos están mucho más pensados para la turbina, con menos voces y acordes poco amplios; estaban enfocados al megachorro de sonido. Este disco tiene más voces y otras aperturas, sin duda. Ya no hacemos esos directos de treinta y cinco minutos y chorro sin control. Ahora son bolos más largos, con altos y bajos, partes de megatensión y otras más melódicas. La idea es dividir el directo por bloques de seis o siete canciones con intensidad, y luego otros pasajes más bajos. Lo veremos mejor en las fechas de salas a partir de octubre, que serán los conciertos más largos. En festivales tienes cincuenta minutos; entonces, nos dará para presentar un poco el disco y tirar de singles.
Isa: Llevamos nuestro propio técnico de sonido desde los orígenes del grupo. Es uno de los pocos lujos que nos hemos permitido desde siempre, para que los acoples sucedan cuando tienen que suceder (se ríen todos).
¿Cómo afronta un grupo de guitarras el ascenso del Auto-Tune y de los sonidos pregrabados?
Zippo: El trap es un sonido que tiene décadas de vida. Mucho de lo que vemos ahora como trap es una tendencia solamente estética que no tiene nada que ver con la música. Si son sonidos nuevos, aceptamos; si es solo estética, no nos interesa.
Isa: Hay muchas cosas que en casa te da pereza escuchar, pero que en directo puede ser interesante descubrir en festivales porque, al final, son también un punto de encuentro de músicos y géneros diferentes. A mí en determinados grupos me gusta comprobar si hay algo más que luces de colores y cadenas de oro.
Rodrigo: Cada época tiene su sonido. Nosotros venimos del indie y es normal que las nuevas generaciones busquen cosas diferentes, porque además el indie fue decepcionante. Acabó un poco como en los ochenta: grupos dinosaurios y poca creatividad. A mí me resulta más atractiva la música con guitarras y sintetizadores que con un ordenador, pero es una cuestión personal. Cualquier herramienta, si la sabes usar, es estupenda para dar rienda suelta a la creatividad.
Entrevista por Beatriz G. Aranda || Foto: Alfredo Arias
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