Entrevista a TIAGO PZK: de Argentina al mundo
“Busco generar motivación, no admiración”
En 2016 ya era uno de los raperos emergentes más populares dentro de las batallas de gallos en Argentina, y tres años más tarde firmaba su primer contrato discográfico. Uno de sus primeros éxitos fue publicado en 2019 bajo el título de “Sola”, donde Tiago PZK narra episodios violentos que experimentó en primera persona. A principios de este año, ya encabezaba las listas de éxitos en su país.
Oriundo de Monte Grande, localidad del Gran Buenos Aires, cree en la versatilidad compositiva como uno de los paradigmas fundamentales de la generación Z, que posee una mentalidad cada vez más destructiva hacia los géneros musicales tradicionales. Su último trabajo en larga duración, “Portales” (Grand Move-Warner, 2022) –ampliado este 2023 con una edición deluxe con 5 canciones nuevas–, oscila entre el R&B y el pop, pasando por el rap, el reguetón y el trap. Su variedad estilística le permite adaptarse a todo tipo de ambientes, mucho menos hieráticos que sus predecesores en la escena suburbana, como bien demuestra su último sencillo, “Como Yo :(”, en colaboración con Marshmello: producción de ambición pop y melódico trasfondo drum’n’bass con la que apelar a audiencias (aún más) globales. Ambición internacional, sí, pero sin olvidar la escena en la que ha crecido, siendo “Los del Espacio” –un junte de titanes del urbano con aires de blockbuster electro latino– la mejor prueba del actual dominio argentino.
Ha estado en activo desde los 15, consiguiendo récords sin apenas cumplir la mayoría de edad. Conversamos con él sobre su trayectoria y su proceso creativo.
¿Qué tal en España? ¿Has venido más veces?
He venido un par de veces. Me encanta porque es muy similar a Buenos Aires, pero en el primer mundo. Buenos Aires está inspirado mucho en la arquitectura de acá, así que me recuerda mucho a mi ciudad.
¿Cómo es el contraste entre la vida que llevas ahora y la que tenías antes en Monte Grande?
Cuando vuelvo siento que todo sigue igual, a pesar de los cambios que tenga mi vida. Lo vivo como una recarga de batería. Ver a la familia, estar en el barrio un rato… La verdad es que me hace bien y es necesario. Creo que es muy importante volver a la zona donde uno se siente cómodo, tranquilo y sin responsabilidades.
¿Te sigues sintiendo parte de esa comunidad?
Sí, total. Es que mis abuelos viven allá, también mis tíos y toda mi familia. Siempre que voy aprovecho para estar con todos y hacemos comida familiar.
¿Piensas que hay una comunidad de apoyo mutuo dentro de la escena musical en la que te mueves ahora?
Sí, obvio que nos apoyamos entre todos. De hecho, creo que el diferencial de la escena argentina es la amistad que hay entre los exponentes. No digo que todos seamos mejores amigos, pero hay grandes amistades entre nosotros. Tuvimos una gran conexión, sobre todo en la pandemia. Ahora no nos vemos tan seguido, pero seguimos hablando.
Creo que en España, hace unos años, existían un montón de prejuicios absurdos hacia el reguetón o la música urbana, y ahora, con la llegada de la escena musical a la que perteneces, están dejando de existir poco a poco. ¿Te sientes responsable de eliminar todas estas malas concepciones que la gente puede llegar a tener sobre la música que hacéis tú y tus compañeros?
Yo creo que nunca fue un problema para nosotros el hecho de si a la gente le gustaba o no. Cuando disfrutas haciendo algo, lo sigues haciendo, y eso al final termina rebotando en que la misma gente que lo criticaba ahora lo escucha. Eso es bueno, porque las personas llegan a entender cosas que antes no entendían. La música urbana fue un movimiento muy nuevo y es normal que no se comprendiera bien. Hoy en día hay abuelos que escuchan el género porque se lo han enseñado sus nietos. De todos modos, yo no me considero parte de la primera camada de la música urbana: estoy recién arrancando. Creo que los que estaban antes sabían que era cuestión de tiempo que la gente entendiera.
Y entre esa primera generación y vosotros, ¿cuáles son las diferencias principales?
Yo creo que ahora somos un poco más mainstream, con más música para un oído general. Los exponentes que había antes en el género urbano eran más anarquistas, por así decirlo: “No me importa nada, voy a hacer y decir lo que quiera”. Creo que, obviamente, la música se fue comercializando y también formando un negocio y una industria, porque antes no existía industria urbana en Argentina.
Ideológicamente, ¿sigues manteniendo esa actitud anarquista?
Cada cabeza es un mundo y cada uno tiene sus ideales. En mi caso, no me considero un rockstar. Creo que mi música va más direccionada hacia la inspiración para la gente: busco que genere más motivación que admiración. O sea, pienso que en mi música descargo muchas de mis emociones y muchos de mis sentimientos. No sé si es anarquista, pero sí que es algo más humano. Trato de mostrar siempre lo que dicta mi corazón.
De hecho, una de tus canciones que más pegó es “Sola”, donde estás contando una vivencia propia de una situación de maltrato. ¿Cómo de complicado te supone cantarla masivamente? ¿Cómo de importante crees que es, sobre todo para tu público, que es muy joven, lanzar este tipo de mensajes?
Es un testimonio propio que, una vez que sale para afuera, uno no lo controla. Hay gente que lo toma como motivación, hay gente que lo toma como un consejo, hay gente que lo toma como un ejemplo, hay gente que lo toma como que estoy dando lástima… Mi objetivo con esta canción era simplemente hacer un descargo personal de algo que tuve guardado toda mi vida.
¿Cómo es publicar un álbum en una escena de singles?
Es una época donde los temas tienen menos vida, todo se pasa rápido y la gente se olvida fácil de la canción. No sé si es la mejor elección hacer un disco, pero sí que puede ser de las mejores decisiones artísticas en cuanto a crecimiento personal, en buscar una esencia aún más marcada y poder llegar a evolucionar. También es bueno para poder dar mejores singles el día de mañana. Creo que el disco me enseñó mucho, sobre todo para darle un concepto a mi música.
¿Y cuál es ese concepto?
“Portales” nace de una inseguridad, porque a mí me habían encasillado en un sector de música sad con el que no me identificaba. Empecé sacando un remix de un reguetón argentino y se fue, o sea, tuvo como trescientos millones en YouTube, doscientos millones en Spotify, y explotó. A la gente le gustó lo que yo hice y ahí dije: “Ah, mira, solo me estaba limitando”. Entonces creé el concepto de “Portales”, que consiste en hacer lo que quiera sobre cualquier ritmo y no tener un patrón de un género musical, sino que cada tema sea un mundo: un portal hacia un lugar distinto. Por eso este disco tiene pop, funk brasilero, trap, reguetón, dembow…
¿Cuál es la importancia que tiene el productor dentro de tus canciones?
Muy importante, porque el productor es, al fin y al cabo, el que desarrolla las ideas. Hay muchos artistas que no tienen muy claro hacia dónde van o no tienen una visión de su sonido: no buscan algo más allá de un buen tema. En mi caso, siempre voy al estudio con una idea agrandada de la pista. Trabajo con distintos productores de diferentes formas, porque cada productor tiene su manera de encarar una producción. Dejarte llevar también es muy importante para el rol del productor, porque él es el que le da contexto al mensaje que vos quieres dar. A veces voy a un estudio y me tienen preparado una pista allá, a veces voy yo con una canción que escribo a capela, y a veces hacemos ambas cosas a la vez.
Supongo que lo de improvisar en el estudio es más fácil para ti, que vienes del freestyle.
Sí, pero igual hay gente que no hace free ni nada y yo los he escuchado improvisar buenas melodías, solo tarareando. Y la letra va después.
¿Crees que la gente está cambiando su forma de escribir letras gracias a la oleada de música urbana latinoamericana? Sobre todo hablando de sexo, que aquí era impensable hacerlo de forma tan explícita hace quince años.
Hace años, casi todo eran canciones románticas, que también me gustan. Pero también me permito, por ejemplo, hacer un reguetón y no tener filtro sobre eso. Hay que entender que la sociedad cambió: somos otra generación, donde hay mucha más libertad en todos los sentidos. Además, las canciones expiran rápido, tienen menos tiempo de vida y eso termina desembocando en que hasta la música sea más básica a la hora de digerirla.
Sí, porque tiene que ser más comprensible en la primera escucha.
Pero, bueno, yo creo que también para eso está la libertad de expresión. Muchos de nosotros no nos preocupamos por juzgar lo que está diciendo quién: si sabes que esa música no te gusta, no la tienes que escuchar. Yo no me puedo hacer responsable de lo que pasa en cada casa, en cada cabeza, en cada familia, y en lo que genere cada canción mía, porque son millones de personas. Obviamente uno tiene la decisión de hacer o no música banal, pero ahí yo hago mi balance.
Al final, si tantas personas se sienten representadas por esos temas, llegan a ser una muestra representativa de la forma de pensar que tiene una generación concreta.
A mí me gustan mucho más los temas de antes. No te digo mucho más, porque también soy parte de esta generación, pero me gusta mucho escuchar canciones de otros artistas anteriores. Por ejemplo a Ricardo Arjona, Marc Anthony o Luis Miguel. Hay un montón de artistas que eran mucho más poéticos, y a mí me encanta esa música y me gustaría que se volviera a escuchar de repente una canción así.
Entrevista por Marta España
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